Alonso Cano es uno de los grandes referentes del arte barroco español, entre otras cosas porque fue un maestro completo, es decir practicó y con éxito las tres grandes artes. Fue arquitecto, escultor y pintor, dejando importantes obras en cada una de las disciplinas, aunque si le preguntáramos al artista nos diría que era pintor por encima de las otras funciones.
Alonso Cano era granadino, allí nació en el año 1601, era el lugar donde vivía su familia. Allí se padre se dedicaba a ensamblar diferentes retablos en iglesias y conventos. Parece que desde niño destacó en el dibujo, aunque fuera de refilón vivió el ambiente artístico en su casa. Fue el pintor Juan del Castillo el que recomendó a su padre que se trasladara a Sevilla para tener una formación artística mucho más completa que en su ciudad de origen.
En Sevilla, donde llegó en el año 1614, entró como alumno en el estudio de Francisco Pacheco, donde coincidió con Diego Velázquez, una amistad que mantuvo a lo largo de los años, tanto en Sevilla como después en Madrid. Un ejemplo de esta amistad lo tenemos en el cuadro de La Rendición de Breda, donde aparecen representados los dos artistas, a la derecha Velázquez y a la izquierda, mirando al espectador, Alonso Cano.
Llegó a Madrid algo más tarde que Velázquez pero también trabajó en la corte como pintor del Conde Duque de Olivares, primer ministro de España en ese momento. En la capital y como le ocurre a otros artistas como Velázquez o Zurbarán, sufre una evolución tras observar la colección de pintura veneciana con la que contaba el Palacio Real, abandona el tenebrismo en el que había aprendido, se iluminan sus cuadros y su paleta gana en colorido.
No era Alonso Cano un gran modelo de comportamiento, aunque sin llegar al nivel de Caravaggio, tuvo muchos problemas con peleas, juicios y desafíos con otras personas. Todo ello posiblemente le llevó a ser acusado del asesinato de su esposa en el año 1644. No pudieron acusarle, aunque fue torturado, pero este hecho va a acabar con su carrera en la capital. Para protegerse tuvo que hacerse sacerdote y tras una estancia breve en Valencia, terminó refugiándose en su ciudad natal.
Allí realizará grandes obras, sobre todo en escultura (su Inmaculada para el facistol de la Catedral del Granada es una maravilla) pero también en arquitectura donde realizó la fachada principal de la Catedral cuando ejerció como maestro mayor de la misma.
Consideramos a Alonso Cano como un gran escultor, algunos de sus modelos perviven a lo largo del tiempo, ya que alguno de sus alumnos será de los más destacados del país, nos referimos a Pedro de Mena, escultor de origen malagueño que fue alumno de Alonso Cano. La forma de representar detalles en el rostro, la colocación de las manos, la forma romboidal de sus inmaculadas o la distribución de la sangre en las figuras de Cristo serán algunas de sus principales características.
Alonso Cano falleció en la ciudad de Granada en el año 1667.