lunes, 9 de diciembre de 2019

Maurizio Cattelan presenta un plátano en Art Basel Miami

En los últimos días la polémica ha vuelto a salpicar al mundo del arte. La noticia filtrada ha sido que el polémico artista Maurizio Cattelan ha presentado en la feria de Art Basel Miami un plátano que se sujeta a la pared con una cinta. Según han declarado se han realizado tres versiones y dos de ellas se han vendido por la cifra de 120.000 dolares, la tercera ha subido su valor hasta los 150.000 y todavía no se había vendido.



Merece una pequeña reflexión esta "acción" realizada por el artista italiano. Si nos ponemos a pensar en poco tiempo el plátano se va a poner malo, ya que no está hecho con algún material inmutable sino que lo compró el artista en el mercado. Así que la vida se abre paso y pasará a ponerse de color negro y después a llenarse de moho. Supongo que los compradores son conscientes de que esto va a suceder. Claro que lo que ellos han comprado es la idea no la obra en sí. Se trata de la capacidad de reproducirla en el futuro siempre que alguien quiera exponer algo de este tipo.
Marcel Duchamp fue el pionero de todos esos artistas cuando llevó un urinario para ser presentado en un concurso donde decían que ninguna obra iba a ser rechazada. Eso ocurrió en el año 1917 (por cierto la obra fue rechazada). Desde entonces tenemos a multitud de artistas que han intentado, de forma patética, imitar a Duchamp sin llegar a su maestría.
A ello debemos sumar que los medios de comunicación se prestan sin comprobar absolutamente nada a este juego del escándalo. Estoy completamente seguro que al recibir la nota de prensa no han comprobado si realmente se ha vendido dos obras y quiénes han sido las personas que lo han adquirido. Se trata de una noticia que va a producir rechazo en aquellos que la leern, que sirve para mofarse del arte contemporáneo y reafirmarse en que la mayoría de sus obras son una autentica mierda, alejada del público con el que tampoco pretende conectar. Todos estos argumentos son suficientes para publicar y dar pie a los comentarios que generan esta noticia.
Ayer mismo escuché en un bar  a alguien decir: "esto es oferta y demanda, ayer han vendido un plátano por 120.000 euros, si tienes alguien que lo compra...Lo he oído en la tele". Esta persona no tiene interés en el arte, no ha leído nada relativo al arte contemporáneo, pero ha escuchado en la tele que se ha vendido un plátano por una cantidad ingente de dinero y lo utiliza para reafirmar uno de sus argumentos.
Es muy triste pero cada una de las noticias que aparecen relativas al arte contemporáneo suelen ser de este tipo. Pero no se contacta con un experto o un crítico de arte que sea capaz de decir que la obra es mala o no tiene recorrido. Se suelta la noticia y que la gente opine en muchos casos sin saber lo que es el arte conceptual y el ready made que introdujo Duchamp a principios del siglo XX.
¿Y si todo es solo una operación de marketing del artista y la galería?
Para conocer más sobre el artista puedes ver un vídeo en este enlace 

domingo, 1 de diciembre de 2019

El gran hermano del arte

Acostumbrados como estamos a los escándalos televisivos protagonizados por los concursantes que acuden raudos a los programas de televisión a develar los entresijos de su vida o bien los rumores de otros; me ha dado por pensar en la posible realización de un concurso tipo "gran hermano" pero que esté dedicado al mundo del arte. 


Ya que el arte forma parte de la sociedad del espectáculo en la que vivimos, el contenido puede aplicarse perfectamente al formato televisivo. No hace mucho tiempo intentaron hacer una especie de gala de los oscars dedicados al arte contemporáneo patrio que solo contó con una edición, debido en parte a las críticas del vampirismo artístico cargado de envidias y filias.
Imaginemos el premio. Una exposición individual en una o dos salas del Reina Sofía, con todo el bombo y platillo posible y la visita de algunos turistas perdidos que, buscando el Guernica, sean capaces de arribar en esa sala.
Los "teachers" estarían representador por diferentes comisarios y críticos de arte que fueran capaces, libres del institucionalismo, de decir las verdades del barquero a los aspirantes. Me imagino las lágrimas de algunos de los aspirantes al escuchar los veredictos. Algo parecido a los juicios culinarios de Masterchef pero analizando las diferentes creaciones artísticas. 
Un director, al modo de "super" capaz de plantear diferentes retos que sean capaces de abarcar técnicas clásicas o hibridas, ya que el momento en que vivimos nos lleva a esa mezcla de estilos en la que se produce en palabras de Omar Calabrese "poco más o menos y no se que". Pruebas con la pintura expandida, con técnicas que mezclen vídeo, performance varias, oportunismo y fuertes dosis de improvisación. Todo ello perfectamente argumentado siguiendo los paradigmas de los grandes pensadores del siglo XX y XXI.
Tendríamos la oportunidad de asistir a una fuerte lucha de egos para ser reconocido como artista. El mítico "edredoning" para empatizar con la audiencia, conociendo así la vida e inclinaciones de cada uno de los aspirantes o bien esas tiernas historias que cuentan el lado más oscuro de cada familia y que algunos intelectuales han llegado a definir como posverdad (sin duda empática)
Las expulsiones serían lo más. Entre lágrimas se vería frustrada la carrera de alguno de los artistas, obligados desde entonces a exponer en cafeterías de barrio o bien en centros municipales que nunca abren la puerta a grandes oportunidades. 
Y finalmente un ganador de consenso, cuyo trabajo se mostraría cual gala de eurovisión después de haber roto su relación con el expulsado número cinco y, por supuesto, haber acudido a contarlo al programa de análisis de turno.