Este artista, no tan conocido como otros que triunfarán en época barroca, será un gran referente para muchos de los que trabajaron en la escuela sevillana a principios del siglo XVII, aunque él es una generación anterior a todos ellos, estamos hablando de artistas de la talla de Diego Velázquez, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo o Juan de Valdés Leal.
Hay ciertas dudas sobre su origen, aunque parece demostrado que su lugar de nacimiento sería flamenco, así aparece con su padre, de nombre Jacques, en algunos documentos que se conservan en la ciudad de Valladolid.
Es muy posible que este artista viajara a Italia y entrara en contacto con artistas de la Escuela Veneciana como Tintoretto o Veronés, son los mismos maestros que instruyeron con sus obras a El Greco, por lo que el uso del color o bien podríamos decir el uso de colores llamativos utilizados en la pintura, tendrían que ver con esta escuela.
En algunas de sus obras observamos otra características que tiene en común con el artista cretense, se trata de la división en dos partes del cuadro, incluyendo en la misma obra la visión de la tierra y de el cielo. Sin duda El Greco lo resuelve mucho mejor (pensemos en obras como el Entierro del Señor de Orgaz), pero al tiempo notamos que quiso enseñar a sus alumnos en esta cuestión, con suerte desigual como ocurre en el caso de Zurbarán y su Apoteosis de Santo Tomás de Aquino.
Tras su estancia en Valladolid vendrá a Andalucía para trabajar en la localidad de Olivares y desde allí a Sevilla donde tendrá una de las más importantes escuelas del momento junto a la del otro maestro y competidor Francisco Pacheco. Este le criticará por la forma de representar diferentes temas en los cuales el artista se salía de la ortodoxia del catolicismo más purista o por la representación realista de objetos que no se citaban en los sagrados textos. Pero observamos como alguno de los alumnos de Pacheco seguían los modelos de Roelas para realizar sus obras, lo observamos en la representación que Velázquez hace de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen o en el realismo fotográfico propio del primer barroco de los objetos cerámicos o metálicos. Pacheco nunca llegó a conseguir ese realismo en la representación de objetos, al tiempo que tenía cierto problema con las proporciones y las personas y detalles en profundidad.
La etapa final de la vida de Juan de Roelas no tiene que ver con la pintura, sabemos que viajó a Madrid e intentó trabajar como pintor del rey, pero fracasó en el intento y se retiro a la localidad de Olivares donde ordenado religioso se dedicó a su vida como canónigo en la Colegiata de la localidad hasta su fallecimiento, que tuvo lugar en el año 1625, cuando contaba con 55 años de edad.
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