domingo, 2 de agosto de 2015

El Cristo de cuatro clavos en la iconografía hispana

La extraña representación de la figura de Cristo crucificado con cuatro clavos comienza a verse en España a principios del siglo XVII y asociada a la ciudad de Sevilla, concretamente a Francisco Pacheco, que en su libro El Arte de la Pintura recomendaba realizar la figura de Cristo de esta guisa cuando hubiera que representar este tipo de escena.

Alberto Durero. Calvario

Según la tradición sevillana en el año 1597 Juan Bautista Franconio trajo de Roma un Cristo de bronce atribuido a Miguel Angel que estaba representado con cuatro clavos, este sería el modelo utilizado por Juan Martínez Montañes para realizar el Cristo de los Cálices en el año 1604, una escultura conservada en una de las capillas de la Catedral de Sevilla, donde puede contemplarse ahora mismo. Ahora, debemos tener en cuenta que las dos figuras de las que hablamos tenían un clavo para cada uno de sus pies, pero los pies estaban cruzados siguiendo las revelaciones de Santa Brígida.
El Cristo que presenta Francisco Pacheco por el contrario en vez de tener las piernas cruzadas tiene las piernas paralelas, así que debemos buscar el modelo de inspiración en otra parte. Y es que Francisco Pacheco se fija en un grabado de Alberto Durero realizado en el año 1523 y que se conserva actualmente en el British Museum de Londres, allí podemos apreciar la figura de Cristo con cuatro clavos, las piernas paralelas y los pies apoyado sobre una pequeña tabla que le ayuda a sostener el peso de su cuerpo y hace la figura mucho más liviana y descansada que si no tuviera nada con lo que sostener el peso de su cuerpo. El Cristo aparece acompañado por las Tres Marías y San Juan, tal como está descrito en el Nuevo Testamento.
Este grabado será interesante no solo para el modelo de Cristo crucificado, ya que Pacheco realizará uno igual que conservamos a día de hoy en la Galería de los Uficci.
Este modelo de Cristo crucificado tendrá gran influencia sobre todo en la escuela sevillana del momento, que vive un momento de esplendor con grandes artistas en sus filas. 
Diego Velázquez pintará dos figuras de Cristo de esta guisa que se conservan en el Museo del Prado, una de ellas representando a Cristo muerto y otra en la que el Cristo se encuentra vivo y con cara de amargura, levanta la mirada al cielo parece que pidiendo algo.
Alonso Cano tambien pintó una obra similar que se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de San Fernando.
Zurbarán también tiene un Cristo muy similar, con cuatro clavos y con apoyo, uno de ellos se conserva en el Art Museum de Chicago y otro en el Museo de Bellas Artes de la ciudad de Sevilla.
Otros artistas se sentirán atraidos por este modelo, por ejemplo Francisco de Goya, que, años mas tarde, e inspirándose en Velázquez, también realizará un Cristo vivo que tiene muchas semejanzas con su modelo de inspiración.
Así que, como podemos comprobar, aunque no es un modelo que llegara a la mayoría de autores españoles del barroco o posteriores, si tuvo su influencia e importancia, entre los artistas que estudiaron en Sevilla en esa época o bien entre otros que se sintieron influenciados por estos artistas a la hora de realizar obras con una iconografía similar.
La obra de Francisco Pacheco que podemos ver a la derecha se puede fechar en el año 1614, como vemos unos años mas tarde que la realizada por Juan Martínez Montañés y mucho antes de su gran libro dedicado al Arte de la Pintura, que vería la luz en 1641.

Cristo en la Cruz. Diego Velázquez

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