El artista sevillano es uno de los grandes creadores de todos los tiempos, no solamente porque domina la técnica sino porque es capaz de innovar y no quedarse parado con lo que ya sabe hacer. Velázquez busca nuevos caminos para la pintura y experimenta con ella adelantándose a otros artistas, de manera que podemos observar algunas obras que tienen características del impresionismo, por citar alguno de ellos. Para aquellos que quieran conocer un poco más la biografía de Velázquez pueden seguir el enlace que adjuntamos.
La pintura que hoy nos ocupa fue realizada durante su estancia en Sevilla anterior a su traslado a Madrid, se trata de una etapa de formación y consolidación de su arte y su forma de pintar, realizada junto al maestro Francisco Pacheco con el que trabajaba en su estudio y que fue quien le consiguió gracias a sus contactos su traslado a la corte en el año 1621.
No conocemos exactamente la fecha de realización pero podemos citar 1618 o 1619 como el año en que estaría realizado este cuadro.
Velázquez utiliza una técnica que ya había utilizado en otra de sus obras, La Mulata, se trata del cuadro dentro del cuadro, es decir en un mismo cuadro tenemos dos escenas diferentes pero conectadas entre si por alguno de los personajes que aparecen en el cuadro. Una ventana se abre en la parte derecha del cuadro donde podemos observar otra escena independiente de lo que sucede en primer plano.
La historia hace referencia a una visita que Cristo realizaría a la casa de Marta, María y su hermano Lázaro, que no aparece en la escena, pero lo citamos por la gran amistad que la familia tenía con Jesús y que sería el motivo de la visita del maestro a la casa. Mientras Marta prepara la comida, vemos como María extasiada, se encuentra escuchando las palabras que Jesucristo sentado le dirige. Tenemos una mujer mayor que nos sirve como enlace entre las dos escenas y que da impresión de estar reprochando a Marta mientras está en la cocina, que su hermana María no le ayuda en nada y que se dedica solo a escuchar las palabras de Jesús, mientras ella se encuentra trabajando.
Junto a eso encontramos una de las características de Velázquez en esta época y es el tratamiento casi fotográfico que tienen los elementos del bodegón representados encima de la mesa, los huevos, los ajos, el pescado, el mortero que Marta tiene entre sus manos, son tan realistas que parecen casi de verdad. Incluso llegamos a ver un detalle de una pequeña jarra en la segunda escena apoyada encima de una pequeña mesa.
Este tipo de escenas dobles influirán mucho en otros artistas como Salvador Dalí que realizará algo parecido cuando pinte La Muchacha apoyada en la Ventana, obra del año 1925, poco antes de iniciar su etapa surrealista.