Dentro de la serie que estamos dedicando a la escultura más cercana a la realidad en nuestra sociedad contemporánea, hoy dedicamos nuestro post a una artista multidisciplinar, es decir que no solo se dedica a la escultura, sino que también ha trabajado con otros medios para expresar su arte, como puede ser la pintura, el vídeo, el sonido o la instalación.
Patricia Piccinini reside en Australia, aunque su lugar de nacimiento es Sierra Leona, donde vió la luz en el año 1965, aunque su vida artística está unida a Australia, lugar donde ha recibido varios premios como el que le otorgaron en 2014 por la Fundación de Melbourne para las artes visuales.
Lo primero que nos llama la atención en las esculturas de Patricia Piccinini son los personajes que aparecen representados, ya que se encuentran a medio camino entre el hombre y el animal. Se trata de figuras donde los rasgos humanos y los rasgos animales se mezclan de forma tan curiosa que nos hacen reflexionar y no nos dejan indiferentes cuando las contemplamos. Así podemos encontrar caras de cerdo con cuerpo de hombre o mujer, bebes recién nacidos con trompa de elefante o caras humanas con cuerpo de perro.
La artista hace alusión con estas figuras a los avances de la ciencia y sobre todo, de la genética, adelantándose a algunos experimentos que se pueden llevar a cabo cuando se juegue excesivamente con este tipo de mezclas, de las cuales ya se ha hablado bastante con la clonación de algunos animales, alguno de ellos reales y en otros casos, simplemente por el ansia de aparecer en los medios de comunicación.
Indudablemente los premios reconocen su trayectoria, sus figuras aportan, además de una perfecta realización y ejecución, una buena dosis de espectáculo, que aparece como algo tan necesario en nuestra sociedad. Un espectáculo asociado a las imágenes impactantes y llamativas, que en muchos casos pasan a convertirse en arte.
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