Guy Debord es uno de los grandes pensadores de la Internacional Situacionista y un activo durante la revolución de Mayo de 1968 en Francia. Dotó de contenido teórico a ese movimiento, revolucionario en cuanto a ideas aunque débil en la aplicación práctica de muchas de ellas, lo cual no quiere decir que no hubiera logros que tuvieron como germen las protestas en las fábricas y la Universidad durante esas fechas.
Guy Debord |
Decía Guy Debord que la vida cotidiana es un fracaso y que nuestros deseos han sido completamente reprimidos por un estado que busca la distracción del sujeto para centrarse en el dominio de la situación. La vida cotidiana se reduce al trabajo y al tiempo libre, y ese estado capitalista trata en todo momento de llenar ese tiempo libre para anular la personalidad del sujeto, no siendo que este se vea obligado a pensar. ¿Cual es la manera de llenar ese tiempo libre? Con espectáculo, reduciendo la novedad a la mínima expresión.
Todo esto vino a mi mente cuando faltan pocas horas para la celebración de la final de Champions en Milan entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Viendo la televisión todas las noticias estaban centradas en ese encuentro y en la gran cantidad de gente que se ha desplazado hasta allí, sin duda para disfrutar de un espectáculo efímero que en nada va a cambiar la vida de todas estas personas sino solamente alimentar el sistema con grandes ingresos por todo tipo de actividades, desde la retransmisión del partido, publicidad, viajes y estancias, comidas y consumo desaforado como si no existiera el mañana. Y todo por el "yo estuve allí" una frase que se ha generalizado y que nos lleva a simplemente decirla sin analizar lo que realmente pudimos ver en ese lugar, se trata pues de una apariencia completamente vana y vacía.
Volvemos a los situacionistas porque estos decían que el estado era el encargado de ejercer este control sobre la gente, creando necesidades ficticias que servían para satisfacer pequeños instintos primarios que por supuesto no eran necesidades fundamentales, las cuales podían llevarnos al activismo político.
Muntean/Rosemblum paradigmas del comportamiento contemporáneo |
Es decir, las personas que se encuentran en Milán o todos aquellos que no hacen más que hablar de este partido de fútbol como si fuera el hecho más importante del siglo XXI, no están pensando en ninguno de los problemas que tiene la sociedad y que exigen una respuesta o por lo menos un posicionamiento que lleve al cambio. Pobreza, desigualdad, desempleo, precariedad, recortes, corrupción, violencia, maltrato y un largo etcetera de verdaderas necesidades que necesitan implicación, se ven truncadas porque el espectáculo demanda que se hable de la final de la Champions o bien del último lío sucedido en Gran Hermano, que tiene que haber público para todo.
¿Que pasaría si todo ese esfuerzo y concentración que distrae nuestra mente con estas vanalidades se pusiera al servicio de las necesidades reales de la sociedad? ¿No significaría que habría un avance aunque solo fuera en la falta de dejadez y en la reclamación de un vida mas digna para cada uno de nosotros? Son realmente cuestiones sobre las que reflexionar.
La sociedad del espectáculo, volvemos a los situacionistas, se traduce en un estado de pasividad contemplativa fomentada por diferentes organismos de poder, se trata de una relación social donde las imágenes fijas o en movimiento juegan un papel fundamental. Mientras contemplamos esas imágenes nuestras mentes no están ocupadas pensando en otra cosa que no sea ellas mismas, de manera que se apartan los problemas porque la gente está distraída en otra cosa. No solo el estado sino también los medios de comunicación, sobre todo la televisión, trata cada día que se consuma la mayor cantidad posible de "nada" y no tenemos más que analizar o pensar en cualquier programa que se encuentre en la actual parrilla televisiva. Ellos son grandes culpables y contribuyentes vip al espectáculo contemporáneo.
Los Costus abanderados de la nueva figuración madrileña de los 80 |
Asistí ayer a una charla donde se comparaba la televisión de los años 80 con la actual. Durante los años 80 y esto es verdad la televisión trataba en algún momento de educar o por lo menos incluía programas educativos, interesantes, de los cuales se podía extraer un pequeño avance cultural, programas divulgativos de todo tipo y color, científicos, musicales, libros y debates. Pero eran debates donde las personas que acudían eran intelectuales, con una formación específica, dispuestos a que su argumento fuera una lección de la que se pudiera establecer una conclusión. Si comparamos esos debates con algunos actuales nos daremos cuenta que han sido sustituidos por simple espectáculo, donde no existen los argumentos y donde lo único que tenemos son fanáticos. Erich Fromm decía que el fanático es una persona excesivamente narcisista, alguien muy próximo a la psicosis depresiva, una persona completamente desconectada del mundo exterior. Este fanático ha elegido una causa, no importa la que sea: política, religiosa, deportiva y vive solo para endiosarla; ha convertido la causa en un ídolo y sometiéndose al ídolo haya sentido vehemente a su vida.
No podemos estar más de acuerdo con estas palabras de Fromm, publicadas en su libro La Condición Humana Actual editado en el año 2009. Como vemos podemos aplicarlas tanto al tertuliano televisivo como al que asiste al partido de Milán convirtiendo su causa en la única realidad.
Vivimos pues momentos complicados, de gran desazón por el comportamiento que se puede contemplar a nuestro alrededor. Es triste observar como los vaticinios que Guy Debord había realizado han sido superados y llevados al extremo para crear seres no pensantes sino simples máquinas de consumo en todas sus vertientes, tanto en productos materiales como en espectáculo.