Si bien todos los artistas que hemos visto en esta serie han sido extranjeros, hoy nos ocupa uno de los grandes representantes españoles que también se dedican de una forma magnífica a la escultura hiperrealista, se trata de Eugenio Merino.
Antes de decantarse de forma contundente por la escultura, Eugenio Merino, practicaba otras disciplinas como el dibujo, el vídeo o la instalación, utilizando en muchos casos imágenes recurrentes de la iconografía pop, asociada en muchos casos a dibujos famosos que se pueden ver en películas o televisión, hablamos de figuras relacionadas con Walt Disney o bien personajes que aparecían en la famosa serie Los Simpson.
No será hasta el año 2005 cuando el artista se decante por la escultura hiperrealista. Él mismo ha reconocido en más de una ocasión que la primera vez que pudo ver la obra de Tony Matelli en España, le cambió su forma de concebir el arte y como debía dedicarse a la escultura hiperrealista.
Desde ese momento ha realizado todo tipo de figuras, muchas veces polémicas por tratarse de figuras políticas de primer nivel, que normalmente general odios y anhelos por parte de defensores y detractores, lo cual le ha valido incluso alguna denuncia por parte de instituciones o fundaciones que representan a estos personajes.
Pero lo cierto es que Eugenio Merino no se queda solo en la representación escultórica sino que siempre busca la reacción del espectador. La reflexión ante sus obras es tan importante como el mensaje irónico y en muchos casos divertido, que lanza el artista, como por ejemplo el poder ver algunos de los principales líderes como un puch in ball, donde aparecen con la cara magullada por algunos de los golpes recibidos.
Muy divertida parece también la imagen de Damien Hirst, uno de los totems del arte contemporáneo muriendo de éxito, como otros muchos artistas, invocando el suicidio par dejar un bonito cadáver, como le ha sucedido a muchos de los más famosos cantantes, convertidos en referencias míticas, como por ejemplo Kurt Cobain o James Dean.
El presentar a Francisco Franco metido dentro de una nevera de Coca Cola donde se puede sacar y meter a gusto de la persona o el momento en que estemos nos parece una gran idea y se ajusta a la realidad de lo que sucede en la política del país. Algo parecido sucede cuando vemos la figura de Fidel Castro avanzando como un Zombie por los pasillos del Museo de Arte. Como vemos, el artista no toma posición política sino que simplemente pone su obra para que sean sacadas las conclusiones por cada uno de los que puede contemplarla.
Y todo ello con un estilo que nada tiene que envidiar a algunos de los más grandes escultores contemporáneos, aunque como suele suceder en este país, siempre se reconoce más a los de fuera que a los de casa, aunque sean mejores que los otros.
Figur oliendo un bote abierto de "Mierda de artista" |
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