Francis Bacon es una de las personalidades mas interesantes que ha dado la pintura del siglo XX, siendo sus cuadros algunos de los mas conocidos de años pasados, llegando incluso a situarse en los puestos más importantes en las subastas celebradas durante los últimos años, uniendo su nombre a los de Picasso, Giacometti, Cezanne y otras grandes figuras que ocupan el top en este tipo de eventos.
Si tenemos que trazar una pequeña biografía de Francis Bacon diremos que el pintor era de origen irlandés nació en Dublin en 1909 aunque su familia se trasladó en numerosas ocasiones y desde la primera guerra mundial estuvo en Londres. El mismo se consideraba como un pintor inglés. Su condición sexual le llevará a tener una vida tormentosa. Bacon era homosexual y tuvo numerosos amantes y una vida excesivamente promiscua, dos de sus amantes llegaron a suicidarse y le causaron numerosos problemas.
Su vocación por la pintura llegó tas conocer un cuadro de Nicolas Poussin que representaba la matanza de los inocentes donde el grito de la madre le obsesionaba de forma especial, estamos en el año 1927-1928 y tras visitar una exposición de formas antropomorfas realizada por Pablo Picasso decidió hacerse pintor.
Sus pinturas nos hablan de la vida y la muerte, de como es posible estar vivo pero al mismo tiempo ser un muerto andante o pasar por la vida percibido como un muerto o un ser completamente monstruoso. El monstruo es un elemento recurrente en la obra de Bacon, todo aquello que nos resulta siniestro y diferente, expresado a través de un rostro deformado o de la imposibilidad de contemplación de un ser porque la cara se encuentra borrada o semiborrada. Lo siniestro es algo que nos da miedo, nos transmite inquietud porque es diferente, no es normal, es una situación que escapa a nuestro control, pero al mismo tiempo el morbo nos anima a descubrir cosas nuevas a buscar en la diferencia la virtud. En ello reside el interés por las obras de este artista, el misterio de aquello que parece tan siniestro nos produce rechazo y atracción al mismo tiempo.
En ello reside la originalidad de su pintura, una obra realista y figurativa, realizada en un momento en que el expresionismo abstracto o bien el informalismo tienen una fuerte pegada en Europa y Estados Unidos, pero que a Bacon no le sirven para expresar aquello que quiere transmitir con sus cuadros.
Visitó muchas veces España (debido en parte a su relación con un español llamado José Capelo, fue en esta ciudad donde falleció en el año 1992) y cada vez que lo hacía veía el Museo del Prado. Velázquez era uno de sus pintores favoritos y estamos seguros que admiraría la obra de Goya y sobre todo sus pinturas negras, donde la deformación forma parte de la representación de los personajes en estas pinturas. Bacon siempre estuvo interesado en situaciones extremas, obsesionado por la representación del grito y la figura humana gritando, buscaba de forma obsesiva este tipo de modelos, bien en cuadros, retratos o en el cine. La angustia es parte esencial en la obra de este artista.
Podríamos calificar su obra como expresionista, debido a las deformaciones, aunque el artista también tuvo influencia del surrealismo. Para los expertos la obra encaja dentro de la nueva figuración, que se centra en la figura humana después de la segunda guerra mundial, distorsionando la representación de la misma.
Francis Bacon realizó de forma obsesiva diferentes obras del retrato de Inocencio X de Velázquez |