Esta técnica pictórica la asociamos principalmente a la Edad Media, sobre todo a la época románica y gótica, donde encontramos numerosos ejemplos de temática religiosa. También tenemos ejemplos en los iconos que se realizaban en territorio bizantino. El soporte más utilizado para este tipo de pintura es la madera.
Una o varias tablas unidas serán el soporte utilizado para desarrollar nuestra pintura. Conviene preparar un poco el soporte para que pueda absorber la pintura de forma correcta. Si el soporte es absorbente la pintura de adhiere mucho mejor. El aceite suele servir siempre en menor contenido que la mezcla pictórica que vamos a utilizar. En algunos casos se utilizaban capas de yeso o carbonato de calcio, mezclados con cola. En algunos casos también se usaba blanco de plomo.
Para crear la mezcla pictórica la manera habitual de hacerlo es con yema de huevo. Necesitamos un huevo del que separamos la yema de la clara. Con esa yema separada sujetamos esta por la membrana y abrimos para que salga el contenido sujetando la membrana para que no forme parte de la mezcla. Necesitamos también agua destilada y aceite de linaza que vamos a añadir a la mezcla.
También necesitamos pigmentos lo mas molidos posible con los colores que queremos utilizar en la pintura. Colocamos algo de pigmento con el color deseado en un pequeño recipiente y le añadimos unas gotas de agua con un cuentagotas. Comenzamos a hacer la mezcla hasta que tengamos una pasta. A esta pasta le añadimos el aglutinante que es la yema del huevo. Tomamos un poco del líquido de la yema y lo mezclamos con la pasta creada con el pigmento y el agua. Una vez realizada la mezcla con la yema tomaremos unas gotas de aceite de linaza y volvemos a mezclar de nuevo. Una vez realizada la mezcla ya está la pintura lista para poder usarse. Lo único que debemos tener en cuenta es que no hay mucho tiempo para usarla, el tiempo de secado es muy rápido.
Las capas deben ser finas, no excesivamente gruesas porque sino al secarse podrían despegarse del soporte. Cuanto más finas sean las capas mejor.
Es una pintura cuyos colores no cambian con el paso del tiempo, aunque la madera indudablemente atrae el polvo y conviene realizar una exhaustiva limpieza que mantenga de esta manera los colores originales de la obra.