domingo, 9 de julio de 2017

La belleza estética en el siglo XXI

Las palabras arte y belleza aparecen unidas en muchos momentos a lo largo de la historia. Se trata de una identificación que ha llevado a algunas personas a crear arquetipos de lo que debe ser una imagen bella. 


Desde las esculturas griegas y su obsesión por la perfección en las proporciones y la idealización de los personajes, pasando por el renacimiento donde asociamos cuadros como el Nacimiento de Venus de Sandro Boticelli o La Gioconda de Leonardo da Vinci con el ideal de mujer bella.
Pero este concepto de belleza ideal, que debemos decir no siguieron todos los artistas ya que muchos se decantaron por el realismo, se trunca con la llegada del siglo XX (la búsqueda de la abstracción o bien la reacción contra la fotografía) y sobre todo con los movimientos estéticos que surgen de la posmodernidad, mucho más centrados en lo conceptual. La idea sustituye a la belleza y de eso nos vamos a ocupar en este post.
Y es que en el arte contemporáneo la belleza estética ha perdido toda su importancia y ha dejado paso a una participación activa del espectador, que, enfrentado a la obra, debe extraer una conclusión o establecer una reflexión sobre aquello que se le ofrece, una imagen o una idea de la cual no ha tomado conciencia hasta ese momento, pero que afecta mucho más de lo que piensa a su vida diaria.
Hemos encontrado esta imagen de un artista que se llama Jorge Gamboa, se trata de una pintura, como vemos pintada con suficiente realismo. Cuando observas la obra, lo primero que te das cuenta es que parece la punta de un iceberg que emerge de la superficie marina, como ocurre en la realidad. Sabemos además que los iceberg solo muestran en superficie una octava parte de su tamaño real, permaneciendo el resto invisible debajo del agua. Todos hemos oido hablar de la historia del Titanic (o visto la película) y conocemos las consecuencias de chocar con un iceberg, que suelen ser catastróficas.
Pero aquí es donde entra la reflexión, ya que si en la pintura observamos la parte sumergida, nos daremos cuenta de que en realidad no se trata de un iceberg, sino de una bolsa de plástico arrojada al agua y que vaga sin destino contaminando la naturaleza. Sabemos que una bolsa de plástico tarda en degradarse unos 150 años, una cantidad de tiempo considerable y muy superior a una vida humana. Así que estaría bien establecer una reflexión sobre el papel que cada uno tenemos en el reciclaje y como afecta el uso indebido de los residuos a la naturaleza.
No hay que negar que la obra a la que nos enfrentamos, con ese hiperrealismo crudo, no esta exenta de cierta belleza. Además podemos apreciar que el artista domina perfectamente la técnica. Pero al mismo tiempo la obra nos ofrece una segundo nivel, no solo se trata de apreciarla por la belleza que tiene sino que, al mismo tiempo, nos ofrece un tema de actualidad sobre el que podemos pensar o reflexionar o simplemente actuar, para poder evitar que situaciones de este tipo se sigan repitiendo.
Como vemos, no es necesario renunciar a la belleza en nuestras obras, pero superada la temática religiosa o mitológica en muchas obras, superada también la abstracción, hay que intentar dar un paso más allá para crear mecanismos de reflexión para un público a veces desconcertado por la sobresaturación informativa.

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