La figura de Longino aparece asociada a Jesucristo ya que estaría presente durante la muerte del maestro en la cruz y según la tradición (así lo indica Juan en su evangelio) habría traspasado el pecho de Jesús con una lanza para comprobar que estaba realmente muerto.
Mientras que los ladrones que habían sido crucificados con Jesús aguantaban más tiempo vivos, por no sufrir un maltrato físico igual que el de Jesús, para acelerar su muerte se les quebraron los huesos de las piernas, mientras que a Jesús, en vez de quebrarle alguno de sus huesos, para comprobar si realmente estaba muerto se le atravesó el pecho con una lanza y de la herida se dice que salió agua mezclada con sangre, debido a la falta del rojo elemento por el maltrato sufrido en las horas anteriores a su crucifixión.
Siguiendo una tradición, que comienza a afianzarse en la edad media, Longinos, no solo habría atravesado el pecho de Jesús, sino que también le habría acercado la esponja con vinagre cuando Jesús afirmó que tenía sed.
Tras la muerte de Jesús (cuya sangre mojo el cuerpo de Longinos al insertar su lanza en el cuerpo de Jesús) y siguiendo esa tradición el personaje habría afirmado que realmente Jesús era el hijo de Dios y se habría convertido al catolicismo, extendiendo su mensaje por diferentes lugares hasta su muerte que se habría producido de forma violenta, siendo su martirio la causa de su canonización. Hay quien dice que Longinos tenía problemas de visión, pero que al salpicarle la sangre de Jesús recuperó por completo la vista.
No exento de esa aura comercial que adquieren las reliquias en la Edad Media, el cuerpo y alguno de los objetos durante la crucifixión habrían sido trasladados a Europa y el cuerpo del santo dividido, ya que hay un par de iglesias que se reclaman la tumba del santo, conservándose también tanto la lanza como la esponja que el propio santo habría trasladado a Italia. Este tipo de reliquias como decimos son muy comunes en Europa durante esa época y en muchos casos debemos poner en duda la veracidad de las mismas ya que en muchos casos, las iglesias competían entre si por atraer la mayor cantidad de público que incrementaba el mercado de la ciudad.
La iconografía de la lanzada es muy popular, sobre todo durante la época barroca, con la proliferación de escenas de misterio que representan el momento en el que la lanza se dispone a atravesar el costado de Jesucristo.
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