San Francisco de Asís es una de las figuras que más devoción ha tenido desde la Edad Media hasta nuestros días. Fundador de diferentes órdenes religiosas, se trata de una figura cuyas historias y leyendas se han contado a lo largo del tiempo, algunas de forma exagerada y otras que reflejan perfectamente la personalidad y la humildad del santo.
Es una figura canonizada por la iglesia pocos años después de su muerte, concretamente en el año 1228.
Uno de sus hechos más representados es la estigmatización que el santo sufría cuando rezaba, normalmente delante de un cráneo. Se le suele representar con su hábito, en muchas ocasiones remendado, dada la austeridad de San Francisco, y con las heridas en las manos y en los pies de las que se encuentra brotando sangre. Así lo podemos observar por ejemplo en una de mas conocidas obras de Bartolomé Esteban Murillo o de Francisco Zurbarán.
Pero nos ha parecido más interesante otra leyenda que dio origen a una iconografía concreta que se va a representar sobre todo en época barroca. La historia cuenta que el Papa Nicolas V, que vivió a mediados del siglo XV, se encontraba visitando la cripta en la Basílica conde se encontraba depositado el cuerpo del santo. Abrió la cripta y encontró el cuerpo intacto del santo, se encontraba de pie, con los ojos abiertos y los estigmas de las manos y los pies se encontraban manando sangre todavía. Es decir como si la figura estuviera viva.
Es un modelo iconográfico que se repitió a lo largo del barroco y que algunos escultores van a repetir con profusión, Por un lado lo encontramos en obras de Gregorio Fernández, una figura con un hábito de color casi negro, los ojos entreabiertos y las marcas de los estigmas en una de sus manos.
San Francisco. Bartolomé Esteban Murillo |
Pedro de Mena será el otro modelo interesante de esta iconografía, una figura mucho más delicada y con un tratamiento del rostro muy típico del artista, con las cejas onduladas y la boca entreabierta, que permite observar los dientes de la figura. Tiene los ojos mucho más abiertos que la de Fernández, de hecho, da impresión de mirar al cielo, buscando una respuesta a una pregunta realizada. Conserva el hábito, aunque las manos se encuentran metidas dentro de él, con lo que es imposible poder observar los estigmas en las manos como en el anterior.
Como hemos indicado Zurbarán tiene varios cuadros dedicados a este santo, en muchos de ellos se encuentra rezando delante de una cráneo, aunque también encontramos alguna imagen que repite el esquema que acabamos de describir.
San Francisco. Francisco de Zurbarán |
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