Lo habitual cuando un artista entra en el sistema del arte es que por lo menos sus precios se mantengan, eso si no van aumentando poco a poco y alguno de ellos consigue ser una estrella del panorama mundial. Estos casos son los mínimos, ya que la mayoría de las personas que se creen artistas, jamás tendrán una exposición en una galería de arte contemporáneo, no hablo siquiera de un Museo. Y muchos de los que consigan una exposición, no volverán a hacer otra nunca más.
Pero el arte es un mercado y a veces actual como tal, con un sistema de oferta/demanda que nos deja ejemplos extraños como el del joven artista Jacob Kassay.
Kassay, como otros muchos artistas, recorrió infinidad de galerías de Nueva York en busca de representación, ninguna de las grandes galerías ficharía a un joven recien salido de la facultad, para eso existen otro tipo de galerías, que se dedican a mostrar artistas emergentes, cuyas obras se encuentran entre los 3000 y los 5000 euros. Si alguno de ellos tiene un triunfo masivo, puede que alguna gran galería se fije en ellos y decida ficharlo, pero apostar por algo desconocido e incierto jamás lo harán.
Kassay se había licenciado en Bellas Artes con una especialidad den fotografía. Presentó una pinturas de plata interesantes desde el punto de vista técnico y conceptual. Pone pintura acrílica sobre un lienzo, deja zonas con gran densidad de pintura y otras con menos, esto se pasa por un proceso fotográfico que produce una superficie con líneas y texturas que muestran las desigualdades de la imprimación. El proceso de plateado quema cualquier zona no cubierta con acrílico dando lugar a zonas quemadas en los bordes.
Quizás era más interesante la novedad que el resultado en si y el reflejo que, con diferentes texturas, podía observarse en la obra.
El caso es que en una subasta celebrada en Nueva York, una de sus obras consiguió un precio de 80.000 dolares que era mucho frente al precio habitual que antes hemos indicado. Eso desató una locura general por conseguir una obra de este artista. Llegaron a pagarse una cifra de 280.000 por una de sus obras y parece que había bastante gente interesada en su obra. La crítica (supuesta) se dedicada más a justificar que a analizar el trasfondo artístico y conceptual de la obra, manteniéndose tan tibia como nos tiene acostumbrada en un juego de intereses en el que no conviene decir que algo es malo o está mal. Los precios del artista comenzaron a subir y la galería ya no quería vender obras pequeñas por menos de 20.000 dolares.
Pero algo sucedió y en otra subasta celebrada ya no se pagó esa cantidad tan ingente de dinero sino bastante menos y eso pasó en la siguiente de nuevo, el galerista quería mantener su ganancia y no daba marcha atrás y lo que era autentica fiebre por el artista pasó de repente, de manera que la gente o aquellos que decían estar tan interesados ya no lo estaban.
Pobre artista, de estar en la gloria pasó al olvido mas absoluto, rompió incluso con la galería de Nueva York y tuvo que buscar otra, también de artistas emergentes y continuar allí desarrollando su trabajo. No se ha vuelto a saber mucho de él desde 2012, año en el que todo esto sucedió.
Es muy curioso saber como funciona el mercado del arte, con ejemplos tan extraños como el que acabamos de contar.
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