miércoles, 24 de febrero de 2016

Umberto Eco y la propagación de las reliquias

El reciente fallecimiento del semiólogo y gran pensador de nuestro tiempo Umberto Eco nos ha traído a la memoria una de sus novelas de nombre Baudolino donde se plantea el tema de la distribución de diferentes reliquias durante la Edad Media en Europa, con algunos resultados bastante sorprendentes.
Nos cuenta el libro que hubo un momento en que era posible encontrar tres cabezas de Juan Bautista distribuidas por diferentes lugares del continente, compitiendo entre ellas por su autenticidad e intentando que todo el público posible visitará estos lugares debido a la presencia de una reliquia tan importante como esta. Actualmente esta noticia abriría cualquier boletín de noticias pero entonces carecían de la sobre-información de la que disponemos ahora, no enterándose de este cúmulo de contradicciones.
Es muy posible que ninguna de esas cabezas fuera autentica y que la única pretensión de los que decidieron anunciar la noticia fuera potenciar el mercado emergente o con cierto desarrollo que ya tenía la ciudad de turno. No olvidemos que en torno a la Catedral surge siempre un mercado en la misma plaza donde está ubicada, así podemos observarlo en el románico y con un mayor desarrollo en época gótica.
Había reliquias la mar de curiosas, nos gusta poner el ejemplo de Roncesvalles (una de las primeras paradas de los peregrinos que llegaban desde alguno de los caminos franceses en su ruta a Santiago de Compostela)  donde se conservaban reliquias tan curiosas como unas espinas de la corona de Cristo, restos de pan y de vino de la última cena o unas gotas de leche que la Virgen se había sacado del pecho cuando le dio el pecho al niño (no quiero ni pensar en el estado de esa leche tras más de 1000 años).

Roncesvalles. Inicio del Camino de Santiago en España

Todo para concluir que se jugaba con las creencias de la gente y se les manipulaba de forma burda con la finalidad de atraer cuanto más publico posible a la iglesia, monasterio o catedral.
Quizás el ejemplo más cercano y más exitoso sea el del cuerpo del apostol Santiago en la ciudad de Compostela, sin poner en duda su autenticidad, la historia de la llegada del cuerpo tras morir en Jerusalem en el año 44 d.c. impulsado por el viento, cruzando el mar Mediterráneo y el estrecho de Gibraltar hasta llegar a Galicia, parece de verdad más argumento de película (épica) que una realidad.
Pero la conclusión a todo este tema (quizás engaño masivo) es que no importa lo que este depositado en estos lugares, si es verdadero o falso, lo importante es lo que la gente crea. Si ellos en general están convencidos de que lo que allí tienen delante es verdadero y ello les mueve a rezar, realizar buenas acciones o darse a los demás, bienvenida sea la supuesta reliquia ya que lo único que provoca es bien y, muchas veces, estamos bastante faltos de estas acciones en nuestra sociedad contemporánea.

Reliquias de San Lazaro de Betania en Autun. Francia

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