miércoles, 14 de enero de 2015

Iconografía de la Presentación del Niño en el Templo

La fiesta de la presentación del niño Jesús en el templo es muy tradicional y se suele celebrar cuarenta días después del 25 de Diciembre. Se conoce popularmente con el nombre de la Fiesta de la Candelaria y cierra el ciclo eclesiástico correspondiente a la Navidad.


Según nos cuenta la historia y según la tradición judía, cuando se producía el nacimiento de un niño, sus padres debían acudir al templo para consagrarlo a Dios. Las mujeres acudían para ser purificadas de la mancha que les había quedado después del parto (la fiesta de las candelas) mientras que los niños debían ser presentados cuando ya se les había practicado la circuncisión, cosa que a Jesús le hicieron a los siete días de su nacimiento. 
Así mas o menos podemos decir que la circuncisión tuvo lugar el 1 de Enero mientras que la presentación en el templo tendría lugar el 1 de Frebero, siempre de manera aproximada.
María no necesitaba ir a purificarse porque al ser no tenía ninguna mancha, aún así tanto José como María decidieron cumplir con lo establecido y consagrar a Dios a su propio hijo que había nacido unos cuarenta días antes. Así que justo en ese momento tomaron al niño y se dirigieron al templo de Jerusalem para realizar la ofrenda correspondiente, que consistía en unas monedas y dos tórtolas que José compró antes de entrar en el templo.
Contamos toda la historia porque la escena que suele representarse en la mayoría de las pinturas es el encuentro que José y María tienen con un anciano de nombre Simeón, que justo se produciría cuando estaban a punto de salir del templo.
Se nos cuenta que Simeón era muy mayor y que Dios le había prometido que no moriría sin ver al Salvador. Cuando José y María se acercaron al templo, Simeón que había consagrado su vida a Dios, se dió cuenta de que el niño que llevaban era la promesa cumplida de Dios y profetizó sobre él.
Simeón anunció que el niño sería motivo de conflicto en Israel pero que gracias a Él muchos se salvarían. También dió las gracias y le dijo a Dios que podía dejarle partir en paz porque ya había conocido al Salvador. Por último anunció a María que una espada se clavaría en su pecho porque su hijo le haría sufrir en sus momentos finales, como así fue durante las escenas de la pasión en la cuales María estuvo presente.
En algunos casos se suele representar junto a Simeón a la anciana Ana, que como él estaba esperado la llegada del Salvador. Ana era una mujer que había estado casada siete años y que enviudó dedicando desde entonces su vida al templo cargada de ayunos y oraciones, junto con Simeón tuvo la oportunidad de conocer al niño en el templo de Jerusalem.




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