No es una de las escenas más repetidas de la historia del arte, pero no por ello deja de ser interesante analizar algunas de las características que han motivado a diferentes autores a la hora de representar este tema. Una historia que tiene una amplia dimensión religiosa y un mensaje claro tanto para los discípulos de Jesús como para todos los seguidores de la religión católica.
Según la narración que nos cuenta el apóstol Juan cuando Jesús se desplazaba de Judea a Galilea debía atravesar Samaría y se paró solo junto a un pozo que se conocía como el Pozo de Jacob, estos pozos eran normales en la zona, existían muchos ya que es una zona rica en aguas subterráneas, de manera que servían para el abastecimiento de la población y de forma fácil se podía encontrar agua en este territorio.
Cuando Jesús se encuentra en el pozo se acerca una mujer samaritana y Jesús comienza a hablar con ella. Hay dos aspectos interesantes en este punto. En primer lugar las relaciones entre judíos y samaritanos no eran buenas, primero por una cuestión de raza, ya que los judíos consideraban a los samaritanos una raza diferente, proveniente de una zona distinta y por tanto ajena a ellos. En segundo lugar existe otra separación por cuestión religiosa, ya que se consideraba a los samaritanos como una secta que se había apartado de la religión judía.
Quizás esta sea la razón de que la mujer samaritana le pregunte a Jesús que como se dirige a ella, si el es judío y ella de Samaría, es una situación que le resulta de lo más extraño.
Hay otro aspecto interesante y es que Jesús se dirige a una mujer, para mantener una conversación con ella posteriormente, algo que también resulta extraño para un momento en que la opinión de la mujer cuenta cero. Por esa razón sus discípulos se extrañan cuando lo encuentran de que se halle hablando con una hembra.
El caso es que Jesús le pide agua y quizás es la excusa para iniciar una conversación en la que Jesús lanza un nuevo mensaje. Y es que la Buena Nueva no es solo para unos pocos elegidos sino que es para todo el mundo, da igual que sean negros, blancos, calvos, gordos, romanos, egipcios o samaritanos. Jesús ha venido a salvar a todos, no solo a los judíos, sino a cualquier ser humano hombre o mujer que pueble la tierra.
Prueba de ello es que poco a poco durante la conversación ella se va dando cuenta de que está hablando con un "profeta" y lo comenta después con la gente de su pueblo que al buscar a Jesús hacen que se quede a pasar dos días con ellos, para escuchar su mensaje y disfrutar de las promesas del Nuevo Reino, como dice el texto con muchas nuevas conversiones y seguidores que comenzaron tras esos días de estancia en Samaría.
La escena suele representarse con la idea central de que existe un pozo, en torno a él se desarrolla el hilo conductor. Allí aparecen Jesucristo y la mujer de Samaría que se acerca con un jarrón o bucaro en sus manos para recoger el agua del pozo. Se suele representar el momento en que los dos mantienen la conversación, cuando se encuentran hablando de las bondades del reino y su nuevo mensaje. La presencia de uno o varios árboles se hace indispensable. Jesús se expresa, quizás moviendo alguna de sus manos y la mujer se encuentra escuchándole muy atenta a sus palabras.
Las pinturas incluidas en este post corresponden a Il Gerchino, el pintor neoclásico de origen ruso Henryk Siemradzky y el granadino Alonso Cano.
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