miércoles, 11 de junio de 2014

El sepulcro del infante Alfonso de Castilla en la Cartuja de Miraflores de Burgos

El príncipe Alfonso era hijo del rey Juan II de Castilla y de su segunda esposa Isabel de Portugal, fruto del primer matrimonio de Juan II con María de Aragón nació Enrique IV (el impotente) que sería el sucesor cuando falleció su padre. En este segundo matrimonio nacieron dos hijos, la primera de ella la infanta Isabel, será la sucesora de su hermanastro Enrique IV cuando este fallezca y será conocido como Isabel I de Castilla o Isabel la Católica. Es decir el príncipe Alfonso era hermano de Isabel la Católica y un año y medio mas pequeño que ella.
Alfonso tuvo una corta vida y bastante difícil, apartado de la corte tras el fallecimiento de su padre, se crió en Arévalo junto a su hermana y su madre, la cual sufrió un proceso de enajenación mental y fue utilizado por su hermanastro y por los nobles en sus luchas de poder durante el reinado de Enrique IV.
En 1465 los nobles se rebelaron contra el rey y le exigieron la entrega del príncipe Alfonso para proclamarlo rey en Ávila, los nobles estaban hartos de la influencia y los favores recibidos por Juan Pacheco, Maruqes de Villena y amigo de Enrique IV desde su infancia. Pero tras numerosos enfrentamientos y en un traslado de Segovia a Toledo, poco antes de llegar a Ávila, Alfonso se acostó después de cenar una trucha en pan y amaneció muerto al día siguiente, era el 5 de Julio de 1468. El príncipe tenía tan solo 15 años, no se puede saber pero quizás fue envenenado para que no molestara en estas luchas de poder.
Estuvo enterrado en Arévalo hasta que su hermana Isabel (que estuvo muy afectaba porque amaba profundamente a su hermano pequeño), ya reina, decidió construir para él una tumba y trasladar el cuerpo a La Cartuja de Miraflores, lugar donde estaban enterrados sus padres, Juan II e Isabel de Portugal. Su hermana encargó la talla del sepulcro al escultor Gil de Siloe.
Este escultor fue uno de los introductores en el país del estilo gótico flamígero o gótico florido (hay quien lo quiere llamar gótico isabelino en honor a la reina Isabel). Era de origen flamenco, pero vino a trabajar a España y aquí se quedó realizando grandes obras, por ejemplo en el mismo edificio suyo es el retablo de la Cartuja de Miraflores, una obra cargada de decoración y detalles iconográficos de gran belleza. Será Gil de Siloe padre de uno de los más grandes arquitectos españoles e introductores del Renacimiento clásico en nuestro país, nos referimos a Diego de Siloe.
Esta profusión decorativa se puede apreciar también en la escultura que adorna el sepulcro del infante Alfonso. Vamos a fijarnos en un par de detalles donde se aprecia el detallismo con el que trabaja este maestro que realizó la obra en alabastro (material que no todos los artistas españoles dominaban mucho más acostumbrados a trabajar en madera que en materiales duros).
En primer lugar me gustaría llamar la atención sobre los guantes y los pliegues y dobleces que se aprecian en esas manos juntas en oración que miran hacia el altar mayor de la iglesia. En segundo logar el pelo, la melena del infante, con un pelo liso y una melena donde se puede individualizar cada uno de los pelos del infante, es de un realismo y un detalle muy grande. Pero junto a esto podríamos destacar otros detalles, como los adornos del traje o bien la almohada sobre la que apoya las rodillas, los motivos vegetales o las formas arriñonadas que decoran el arco sobre el que se coloca la escultura. La profusión decorativa sera una de las principales características de este momento e influirá en el inicio del renacimiento en España en un estilo propio, personal de nuestro país que será el plateresco

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