El profesor Omar Calabrese rechazaba para nuestro tiempo la etiqueta de "postmoderno" como aglutinador de todas las artes que se protegían bajo el paraguas de la palabra cultura y decía que habría que definir nuestra época con una etiqueta diferente, mas cercana a lo que en realidad estaba ocurriendo, se trata de la palabra Neobarroco.
Para ello el profesor Calabrese argumentaba una serie de características que aplicadas a la sociedad contemporánea, nos llevaban a concluir que algunas características típicas del movimiento barroco se estaban viviendo en la actualidad, en muchas ocasiones sin darnos cuenta o sin darle importancia.
Uno de esos principios enumerados por el profesor Calabrese hablaba sobre el límite y el exceso. Una tendencia general a acercar los temas a un lugar que se encuentra entre lo correcto y lo que no lo es. Llegando a empatizar con situaciones desesperadas, extrañas, disfuncionales o lejanamente separadas de lo que la estética define como común.
Todo esto viene a cuento de la supuesta cantante de nombre Conchita (cuyo nombre verdadero parece ser Tom) que representó a Austria en el Festival de Eurovisión y que fue la ganadora del festival, no porque tuviera la mejor canción, sino porque su imagen y su estética hicieron que el público se sintiera identificado con una situación en la que una (supuesta) mujer podía presentarse delante del público con barba. Lo extraño, lo siniestro, lo anormal, la tensión llevada al límite conduce a esta mujer (un hombre disfrazado de mujer recordémoslo) a empatizar con el el público, deseoso de reconocer y aceptar el exceso[1] mucho antes que cualquier expresión artística o cultural.
Tenemos otros ejemplos similares, en el año 2009, una cantante inglesa, de nombre Susan Boyle, se presentó al concurso Britain´s Got Talent, su aspecto físico, mas bien hombruno, llamaba la atención de todo el mundo, los comentarios despectivos y la identificación del público comenzaban a fraguarse anticipando su fracaso. Hasta que empezó a cantar y todo la gente que había prejuzgado se dió cuenta que tenía la voz como un ángel. Todo ello amalgamado y deglutido fueron razones suficientes para ganar ese concurso. Quizás porque era una persona normal, de la calle o tal vez porque la situación de esa mujer se estaba llevando al límite[2] como indicaba el profesor Calabrese. Rápidamente en este tipo de casos la identificación se transforma en fiebre por conocer detalles de la vida publica o privada de la persona, que no aportan nada a nuestra vida, pero que sacian el ansia de morbo que inunda y enfanga nuestra sociedad. ¿Esta casada? ¿Cuando tuvo su primera relación? ¿Posaría desnuda para una revista? ¿Es su novio hombre o mujer?
¿Alguien puede explicarme que trascendencia tienen estas preguntas y sus posibles respuestas?
¿Alguien puede explicarme que trascendencia tienen estas preguntas y sus posibles respuestas?
Al hilo del debate de Conchita Wurst y Eurovisión 2014 pensaba en una fotografía tomada por Erwin Olaf en el año 2001-2002 y que pertenece a la serie Paradise. Olaf es uno de los más destacados fotógrafos contemporáneos que sabe captar como nadie muchos de los defectos de nuestra sociedad. En esa fotografía están representados algunos de los excesos que se cometían en la discoteca Paradise de Amsterdam en aquellos años, donde las fiestas locas se llevaban al extremo, en una bacanal de sexo y situaciones límite. En una de las fotos que componen la serie, observamos a una mujer barbuda columpiándose de forma sonriente, mientras mira de reojo como un enano muerde la pierna de una supuesta y desenfrenada gogo y un payaso, entre lo sonriente y lo siniestro, observa al espectador. Es el mundo al revés, hemos tensado el extremo de la cuerda hasta llevarlo casi a romperse, toda la situación está pendiente de un hilo y un fanatismo[3] siniestro de percibe en el ambiente.
Todo ello enlaza con la estética barroca y el ejemplo más claro lo tenemos en el cuadro La Mujer Barbuda de José de Ribera, una obra pintada en la década de los 30 del año 1600, donde el autor Xetabense está describiendo una enfermedad que algunas mujeres padecían después de dar a luz. El exceso de hormonas masculinas, producidas tras el parto, les llevaban a perder pelo en la cabeza mientras les salía en otras partes del cuerpo como la barba o el pecho. Claro que en esta obra la situación también se lleva al extremo, porque si la observamos detenidamente nos daremos cuenta que el papel de la mujer está claramente representado por un hombre. Es decir Ribera, ha pintado un hombre[4] (las manos le delatan) al cual le ha añadido un pecho (forzado casi en una posición imposible) con el que amamanta a un niño. Todo ello para que tengamos la idea de que es una mujer. Es una idea similar a la de Conchita Wurst para ganar el Festival, se trata de un hombre, disfrazado con un traje de mujer, para intentar dar el pego y realizar un simulacro de lo que en realidad no es, una realidad superada por la propia realidad[5]. Se trata de una teatralización en toda regla, una actuación cargada de contenido simbólico que hace centrar toda la atención en aquello que se supone supérfulo frente a lo que en realidad (se supone que) tiene importancia.
El Neobarroco está entre nosotros, teatralidad, fingimiento, detalle, límite, caos, destrucción, laberinto, complejidad, distorsión, perversión, ritmo, repetición; reflexionemos sobre algunas de estas características que apuntaba el profesor Calabrese y nos daremos cuenta de que estamos mucho más cerca de ellas de lo que pensamos.
[1]"El exceso, en tanto que desbordamiento de un límite y de un confín, puede ser más desestabilizador. Toda sociedad tacha de excesivo lo que no puede o no quiere obasorver. En cambio en épocas barrrocas em el interior de los sistemas surgen fuerzas centrífugas que se proyectan fuera del sistema. Nuestra cultura vive fenómenos de exceso endógenos que son cada vez más numerosos y que se dan a todos los niveles". Omar Calabrese. La era Neobarroca. en Barrocos y Neobarrocos. El infierno de lo Bello. Salamanca 2005
[2]Nos encontramos en una situación difícil de definir, en un contraste que no sabemos calificar. Se trata de una lucha entre el concepto estético y el concepto artístico o cultural que es difícil de vencer o siquiera inclinarse hacia uno de los lados.
[3]Apliquemos esta tendencia a personas ligadas excesivamente al fenómeno fan en todas sus vertientes, deportivas, musicales, aligadas al coleccionismo, obsesionadas con una famoso, etc. "Creo que es posible definir al fanático como una persona excesivamente narcisista, en realidad alguien muy próximo a la psicosis depresiva, una persona que está completamente desconectada del mundo exterior. El fanático ha convertido su causa en un ídolo, encontrando en ello una razón para vivir". Erich Fromm. La Condición Humana Actual. Paidos 2009
[4]Walter Benjamin decía que en el cine occidental mantiene un argumento ilusorio que solo lleva a especulaciones inequívocas. La realidad se despoja de si misma para dar como resultado algo completamente artificial. Walter Benajmin. La obra de arte en la época de la revolución mecánica. Casimiro libros. Madrid. 2010
[5]Segun Mario Perniola Baudrillard se opone a Guy Debord, es decir, ya no vivimos en la sociedad del espectáculo, sino que este se ha sustituido por la hiperrealidad, el espectáculo se sustituye por lo obsceno, una realidad que supera la experiencia de la realidad. Lo real absorve, confunde los términos y potencia lo que quiere expresar y lo contrario. Mario Perniola. El futuro de una ilusión: acción artista, comunicación patafísica. Revista Archipielago nº79. Pag 39-51
[5]Segun Mario Perniola Baudrillard se opone a Guy Debord, es decir, ya no vivimos en la sociedad del espectáculo, sino que este se ha sustituido por la hiperrealidad, el espectáculo se sustituye por lo obsceno, una realidad que supera la experiencia de la realidad. Lo real absorve, confunde los términos y potencia lo que quiere expresar y lo contrario. Mario Perniola. El futuro de una ilusión: acción artista, comunicación patafísica. Revista Archipielago nº79. Pag 39-51
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