Este es el título de una exposición que puede contemplarse hasta el 12 de enero de 2014 en el Museo Thyssen de Madrid, pero sobre la que nos gustaría llamar la atención sobre alguno de los artistas participantes.
Comisariada por el profesor y político José Jiménez, recordemos que fue director general de Bellas Artes siendo ministro Cesar Antonio Molina, la exposición trata de acercarnos a la esencia del surrealismo y una de sus características principales, la versión o la influencia onírica en la obra de diferentes artistas. Si quieres conocer algo más de la exposición el Museo ha editado un cuadernillo interactivo al cual enlazamos.
Frente al automatismo reclamado por algunos y ya expuesto en nuestra explicación del surrealismo para niños, la otra vertiente expresada por los artistas surrealistas es la representación del mundo de los sueños, quizás el mejor representante del surrealismo y el más conocido sea Salvador Dalí, aunque los surrealistas de la época preferían la forma de expresar el movimiento que realizaba Miró que la del pintor ampurdanes, siempre más cercano a lo comercial.
Pero nos gustaría llamar la atención sobre un personaje que aparece en la exposición, una artista muy poco reivindicada y que juega un papel muy importante en las cuestiones de género a principios del siglo XX, se trata de Claude Cahun.
Nacida como Lucy Schwob en el año 1894, Claude Cahún sería el seudónimo con el que iba a actuar, desde su primer retrato realizado en el año 1911 hasta su muerte acaecida en 1954, estuvo vinculada a las cuestiones de género. Su condición de homosexual pudo influir mucho en su comportamiento y en la forma de presentarse en diferentes autorretratos fotográficos, vestida de mujer o de hombre, pero en ambos casos jugando con la ambigüedad en la representación para inducir al espectador la duda sobre aquello que estaba contemplando. Esa ambigüedad que practica en su obra le lleva a convertirse en una artista muy original y muy poco valorada en su época, siendo la nuestra mucho más abierta a estas cuestiones de género cuando se ha empezado a descubrir y otorgar el sitio que merece dentro de la historia del arte. Pero al mismo tiempo que juega constantemente con su identidad se siente influida por los movimientos artísticos que van tomando forma a lo largo de estos años pudiendo adscribir algunos de sus retratos, como ocurre en este caso al ambiente surrealista, aunque no sabemos si la propia artista lo pretendía o bien estaba más cerca de la provocación dadaista con sus retratos masculinos, para los que se arreglaba de forma especial, destacando siempre sus rasgos distintivos, como por ejemplo su larga nariz. Ya sabemos que sugerir en la mayoría de los casos tiene mucho más éxito que provocar, porque lo obvio es demasiado explícito y lo ambiguo en cambio nos conduce a una reflexión, tan de moda en el arte contemporáneo y de la cual Claude Cahun es una de sus grandes pioneras hace ahora un siglo.
Claude Cahun se autorretrata como un dandy |
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