lunes, 7 de enero de 2013

El misterio de las obras de Carles Congost y Caravaggio

Ya hemos comparado en otras ocasiones en este blog obras en las que hemos estudiado como acercarnos al arte contemporáneo, viendo que muchas de ellas tienen inspiración en otras de corte clásico
Hoy traemos dos ejemplos parecidos, una pintura de uno de los más grandes pintores barrocos de todos los tiempos, se trata de Los discípulos de Emaus y la fotografía de un artista español contemporáneo, se trata de Carles Congost y su obra The Revolutionary II. Veamos sus parecidos.

Michelangelo Merisi. Il Caravggio. Los discipulos de Emaus

En la primera obra Caravaggio representa con su claroscuro habitual (ese foco de luz que llega desde la parte izquierda e ilumina la parte más importante del cuadro) el momento en que Jesucristo, después de la resurrección y de caminar junto a dos de sus discipulos durante un largo trecho decide quedarse a cenar con ellos. Durante la cena en el momento de partir el pan, los discipulos se dan cuenta de que han caminado están cenando junto a Jesucristo que ha resucitado. Es ese justo el momento elegido por el artista para representar, por eso vemos la actitud de los dos discípulos, uno moviendo las manos, estirando los brazos y el otro intentando levantarse de la silla, al darse cuenta que es el Señor a quien tiene delante. Algo parecido ocurre con el supuesto camarero que parece mirar a Jesús sin dar crédito a lo que está sucediendo.

Carles Congost. The Revolutionaty II. 2005
Si observamos la obra de Carles Congost titulada The Revolutionary II nos daremos cuenta que hay un punto de encuentro con la obra que acabamos de ver. Se trata de unos jóvenes skaters que parecen hacer un descanso en un parque mientras se dedican a comer unas hamburguesas acompañadas de sus correspondientes bebidas. Junto a ellos se a acercado lo que parece un vagabundo por su forma de vestir y el estilo de su pelo y barba, pero cuando se encuentran juntos cominedo, ese haz de luz que se observa en la parte derecha de la obra, le añade cierta trascendencia al asunto, como si la persona que estuviera en la parte central del banco, no fuera solo un vagabundo sino alguien con una entidad espiritual mucho mayor. La forma de mirar de cada uno de los personajes así lo ratifica, la mirada trascendenete del supuesto vagavundo y la forma de obsevarle del personaje a su izquierda, nos dan un ámbito de misterio que hace cuestionarnos lo que en realidad está sucediendo en esta obra.

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