El pintor Francisco de Goya se exilió de forma voluntaria en la ciudad francesa de Burdeos y allí pasó los últimos años de su vida. Estuvo en la ciudad francesa entre 1824 y 1828, fecha en la que se produjo su muerte.
La restauración del poder absoluto por parte de rey Fernando VII, que contó con ayuda de las tropas francesas y la represión de aquellos liberales que habían apoyado la constitución de 1812, mas conocida como "La Pepa", fueron los detonantes que hicieron que Goya quisiera dejar España.
Goya era un liberal partidario de las ideas de la revolución francesa y al mismo tiempo un gran patriota español que veía en la monarquía absoluta una de las causas del retraso de España respecto a otros países. Pese a trabajar para el rey era partidario de las ideas de libertad, igualdad y separación de poderes, cosa que en España no existía ni tenía visos de suceder tal como se planteaba la situación. Frustrado y quizás con miedo a ser perseguido decide marcharse a la ciudad francesa para pasar los últimos años de su vida.
Allí sería donde realiza esta obra que podemos fechar en el año 1827. Representa posiblemente a la chica que día tras día le servía la leche a nuestro maestro. Da impresión de que se encuentra sentada, es posible que el traslado de un lugar a otro de la ciudad lo hiciera montada en un burro, por eso aparece en esa posición.
La técnica nos muestra a un artista que utiliza una pincelada muy suelta, hay quien afirma que esta obra tiene conexiones con el impresionismo. Frente al detallismo de las primeras obras de Goya donde representa a los majos y las majas de Madrid, estamos en un momento en que el artista suelta la mano para pintar y realiza su trabajo con fuertes movimientos de muñeca.
También hay personas que afirman que esta no sería una obra de Goya, pero deberíamos recordar que esta forma de extender la pintura ya estaba presente en algunas de las Pinturas Negras que realizó en las paredes de su casa en Madrid, algunas de esas pinceladas sueltas provocan deformaciones en los rostros o cuerpos de los personajes representados. La diferencia entre aquellas y esta obra es que da impresión de que Goya recupera parte de la alegría y el colorido de sus primeros cuadros, frente a la oscuridad y temática fatalista de las obras pintadas en la Quinta del Sordo.
La obra fue regalada a la última compañera del pintor Leocadia Zorrilla, que ejercía como ama de llaves del pintor. Debido a sus carestía económica se vio obligada a venderla a un pariente del pintor llamado Juan Bautista de Muguiro. Finalmente la obra fue cedida al Museo del Prado en el año 1946.
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