El artista alemán que hoy nos ocupa es una de las figuras más importantes de la pintura posterior a la segunda guerra mundial que, a día de hoy, todavía se encuentra vivo y reside en la ciudad alemana de Colonia.
Si tenemos que trazar una pequeña biografía de Gerard Richter diremos que ha tenido una vida bastante ajetreada durante su infancia y su juventud. Debemos recordar que nació en el año 1932, así que siendo un niño le tocará vivir algunos de los rigores del nazismo y la segunda guerra mundial. Su propio padre tuvo que luchar en el frente oriental y estuvo como prisionero durante bastante tiempo, una de sus tías murió en un programa nazi de eutanasia y esterilización, uno de esos que buscaban la supremacía de la raza en una locura sin fin.
Asimismo después de la guerra se encontraba en la parte oriental de alemania y tuvo que cruzar con su esposa al otro lado pocos días antes de que se iniciara la construcción del muro de Berlín, una barrera que se lo habría puesto muy difícil si decide hacerlo unos días más tarde.
La pintura de Gerard Richter pasa por varias etapas, pero quizás sea su comienzo lo más interesante, donde se adscribe a una corriente que tiene que ver con el expresionismo abstracto. Los horrores y atrocidades cometidos durante la guerra le hacen perder la confianza en el ser humano. No hay más que pensar en algunas de las cosas que los nazis hicieron para darse cuenta de lo cruel y vil que se puede llegar a ser. El hombre es un animal cargado de bondad, si quiere, porque también es capaz de los mayores horrores que podamos imaginar. Este segundo aspecto es el que predomina en la ideología nazi y en la gran mayoría de sus seguidores, cegados por un fanatismo que solo causó dolor y millones de muertos, en el campo de batalla y fuera de él.
Toda esta explicación tiene conexión con un tipo de pintura abstracta, violenta, con grandes brochazos y descargas de pintura sobre el lienzo. Así se componen una serie de cuadros cargados de rabia y dolor, por las cosas que han sucedido, por aquello que se va descubriendo en los campos de concentración y que harían avergonzarse a cualquiera.
Richter a lo largo de su larga carrera artística se ha visto seducido por otros movimientos, como por ejemplo la tendencia del arte pop en los años 60 y también por el minimalismo durante la década de los 70, aunque desde el año 1976 su obra es mayoritariamente abstracta, exceptuando algunos bodegones y paisajes.
Paneles de vidrio y espejos también se incluyen en sus obras abstractas y le dan un ambiente extraño, diferente, como un reflejo de un espectador que participa de la tensión que genera la pintura, tratando de incluirlo en el cuadro.
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