Marina Abramovic es una de las artistas mas representativas del arte contemporáneo. Pero su disciplina no es la pintura, ni la escultura, ni la instalación, sino la performance que ha convertido en santo y seña de identidad de las relaciones del artista con la sociedad y su manera de interactuar entre ellos.
Ahora el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga (CAC) le dedica una exposición retrospectiva, que se trata de la primera exposición realizada por un Museo español en los últimos 10 años y que está comisariada por el propio director del centro Fernando Francés, que siempre ha tenido preferencia por este tipo de exposiciones exclusivas que hagan que la gente deba desplazarse al Museo si quiere disfrutar de ellas en España, un concepto de turismo cultural con el que nosotros estamos plenamente de acuerdo.
Lo que esta claro es que las obras de Marina Abramovic no dejan indiferente al espectador ya que ella siempre ha buscado la reacción del público o la implicación del mismo en la realización de sus obras. Desde los años 70 esta artista ha trabajado por el que la performance fuese considerada como expresión artística, al mismo nivel de otras disciplinas, ya que no se trataba de una moda pasajera reducida a un momento concreto de la expresión artística contemporánea. Por tanto la exposición está orientada a que el público pueda participar de su obra mostrando sus reacciones ante los objetos, videos o fotografías que la componen.
Reproducir una performance para su instalación posterior en un museo es complicado, en muchas ocasiones lo que se conserva son documentos relativos a la acción que ha sido llevada a cabo, bien en forma de fotografía como en alguno de sus primeros trabajos o en forma de cinta de vídeo donde se documenta el hecho llevado a cabo, puede ser incluso que conservemos y puedan exponerse alguno de los objetos utilizados para llevar a cabo la acción. Por ejemplo una de sus primeras performance consiste en cepillarse el pelo de forma violenta hasta llegar a hacerse daño con la consiguiente angustia para el espectador o bien aquella en la que permanece enganchada del pelo con su pareja durante 17 horas, imágenes de las cuales conservamos alguna fotografía. Una de sus últimas acciones fue realizada en el MOMA de Nueva York donde multitud de espectadores tenían que enfrentarse a la propia mirada de la artista que aguantaba estoicamente el paso de multitud de personas que querían participar de esta performance, en la que se jugaba también con el icono de uno de los artistas míticos de la performance contemporánea. Por decirlo de alguna manera, si hubiera estado en Nueva York en ese momento no habría tenido ninguna duda de participar y así poder ver directamente el rostro de Marina Abamovic.
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