El parque Güell en Barcelona es uno de los monumentos más representativos de la arquitectura de Antonio Gaudí. El parque se construyó como un lugar de recreo y fue planificado para que hubiera una perfecta integración entre los elementos arquitectónicos y la naturaleza, incluso llegando en muchos casos a imitar esas formas naturales en muchas de las construcciones que jalonan el parque.
La sala de las 100 columnas se encuentra unos metros más adelante de la entrada del parque, tras atravesar la entrada y dejar atrás los pabellones que la flanquean tenemos delante de nosotros una escalera con un dragón echando agua en la parte central, símbolo del patrono de la ciudad de Barcelona, es decir San Jorge. Tras subir la escalera nos encontramos de lleno con esta sala, que quizás quiere recordar algunos de los antiguos templos que se construían en época griega o romana.
La sala de las 100 columnas tiene este nombre pero el número de columnas que podemos encontrar es solamente de 86. Hay una cosa que llama mucho la atención, si analizamos los elementos de una columna clásica, encontramos que son principalmente tres (esto es matizable dependiendo del tipo de columna), tenemos una base que apoya directamente sobre el suelo, tenemos un fuste que puede ser liso o estriado y tenemos un capitel, del que hay muchos tipos, quizás los más conocidos sean el dórico, jónico y corintio. Bueno pues al contemplar las columnas de este edificio da la impresión de que lo que ha hecho Gaudí es darles la vuelta, es decir la base es lo que está sujetando las bóvedas y el fuste va en dirección hacia abajo. La verdad es que no importa, en este caso, la posición en la que tengamos al columna, lo que importa es que sujete el peso del edificio. En este caso, cumple la función a la perfección.
Debido a esta última afirmación es igual que las columnas estén rectas, es decir los fustes rectos o torcidas con los fustes en posición diagonal, como ocurre con algunas de las columnas de esta sala, si sujetan el peso están cumpliendo su función y por tanto estaríamos contemplando como Gaudí lo hace correctamente, no solo en la función arquitectónica sino en la innovación que supone dar la vuelta a las columnas o colocarlas en posiciones que hasta ese momento no habían sido apreciadas en el arte.
Como hemos dicho el techo la columnas sujetan un tipo de bóvedas también algo extrañas para la historia del arte, ya que son ovales y se han utilizado muy poco hasta ese momento, quizás en la última fase del barroco en algunos edificios pero nada más. Todas decoradas y llenas de color con vivos mosaicos que son tan del gusto del artista catalán.
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