Se ha hablado bastante de las obras donadas al Museo del Prado por la familia Varez Fisa que recientemente han sido acondicionadas en una de las salas del Museo para poder ser contempladas por el gran público.
Nosotros vamos a analizar el Pantocrator o la Maiestas Domini que se encuentra entre las obras de la colección donada, que deberíamos fechar en época románica, aunque cercana al momento gótico, esto podemos apreciarlo en la posición de los pies del Cristo que tiene tendencia a la forma de letra V, una de las características del gótico, así que podemos decir que estamos a mediados del siglo XII cuando se pintaría esta obra.
El tema que se representa es un Juicio Final, Cristo aparece dentro de una mandorla, sentado, con un libro en la mano izquierda que se encuentra abierto y tiene escrita en latín la palabra PAX, en ocasiones aparece la frase EGO SUM LUX MUNDI, como ocurre por ejemplo en el Pantocrator de la Iglesia de San Clemente de Tahull, actualmente conservado en el Museo de Arte de Cataluña. La mano derecha de Cristo aparece alzada, en una posición que se encuentra entre la bendición y la amenaza, con tres dedos abiertos y dos semicerrados. El rostro es serio, es el día en que debe separar a los que van al cielo y los que van al infierno e incluye alguna de las características propias de la pintura románica, como por ejemplo las lineas de color negro que delimitan la figura o los coloretes de color rojo que adornan las mejillas de su cara.
Alrededor de la mandorla Cristo aparece acompañado del tetramorfos, los cuatro evangelistas representados con formas animales, Marcos es un león, Lucas es un buey, Juan es un águila y Mateo es un ángel.
A los lados dos escenas del Nuevo Testamento que podemos identificar a la derecha con la resurrección de Lazaro, escena contemplada por tres mujeres que podemos identificar con Marta, María (hermanas de Lázaro) y la madre de Cristo. Al otro lado la escena parece Jesús delante de la mujer adultera en el momento en que es salvada de ser apedreada.
Colores muy vivos y figuras muy bien delimitadas con hablan de un buen maestro, el Cristo tiene semejanzas con las pinturas de San Isidoro de León, aunque las escenas de los laterales tienen mucho menos sensación de movimiento que las que encontramos en el antiguo reino.
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