domingo, 23 de febrero de 2014

El barrio judío de Santa Cruz en Sevilla


Una de las zonas turísticas más populares de la capital andaluza es el Barrio de Santa Cruz, normalmente lleno de personas que caminan por sus estrechas calles o disfrutan de algunas de las múltiples tiendas desperdigadas por la zona. Es más pensamos que hay mucha gente que viene de visita a Sevilla y solo se queda con la imagen del Barrio de Santa Cruz como emblema de una ciudad que tiene muchas más cosas que mostrar al visitante.
Hay un par de aspectos que nos llaman la atención del Barrio de Santa Cruz de Sevilla y que nos gustaría destacar para poder explicar a los niños ya que son fáciles de recordar y nos ofrecen un idea de la forma de vivir y comportarse de los habitantes que pudieron residir en la zona.
Claro que a un lado quedan todas las historias y leyendas que dan vida a cada una de las calles y plazas del barrio, la Susona, la más conocida de todas, muy bien representada en la segunda temporada de la serie de tve Isabel o bien las placas relativas a los lugares donde tiene lugar algunos episodios de la obra de José Zorilla "Don Juan Tenorio" y que tiene como escenario algunas de las calles y edificios de la ciudad de Sevilla.
Uno de los aspectos interesantes del barrio es su única entrada, que se realiza por la gran plaza desde la que también se puede acceder a la Catedral de Sevilla o a Alcázar de la ciudad. Una sola entrada que permite tener controlados a los habitantes del barrio o que permite encerrarlos en caso de que haya algún problema y surja alguna revuelta. Algo parecido debió pasar en el año 1391 cuando el Arcediano de Ecija lanzó un encendido sermón contra los judíos, consecuencia del cual numerosos habitantes atacaron el barrio y dieron muerte a 4000 personas, quizás bloquearon la salida y de esta manera encerrados en sus casas y calles cayeron en manos de los asesinos de una forma más fácil.
La segunda cosa que nos llama la atención es el espacio, para construir sus edificios no disponían de demasiado por lo cual se apoyan unos en otros, tengamos en cuanta que ni sus edificios ni sus sinagogas podían destacar, así se eliminaban las diferencias entre ellos, es por eso que ante la escasez de terreno y una ley que aclarara como debía construirse, cada uno lo hiciera como mejor pudiera. Por tanto no es extraño encontrase calles excesivamente estrechas, donde prácticamente hay que ir en fila para poder transitar por ellas, calles que no son rectas sino que se adaptan a las formas de las casas, otorgando a la zona un perfil de laberinto desconocido para los visitantes y fácil de perderse en él para los residentes. Además la estrechez de las calles ayuda a combatir el duro calor del verano en Sevilla que como sabemos puede alcanzar muy altas temperaturas, las cuales se soportan mejor caminando en la sombra que en el sol

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