miércoles, 4 de septiembre de 2013

Oportunismo y arte contemporáneo


Hace poco tiempo el artista español Toño Velasco presentaba una serie de retrato entre los que se encontraba uno de Luis Barcenas sacando la lengua, con intención de hacer burla a todo el mundo que lo estuviera contemplando. Sin duda el retrato está más de moda que nunca ya que el personaje actualmente está todos los días en los medios de comunicación debido a sus andanzas y presuntos robos y reparto de dinero negro en el partido con más apoyo actualmente en España.
Cuando observamos una obra de arte contemporáneo, en estos momentos de nueva figuración, queremos que la obra observada nos transmita un mensaje, una idea sobre la cual podamos reflexionar, algo que nos sirva para pensar sobre el hecho que el artista quiere que nos fijemos y actuemos en consecuencia tras nuestra reflexión.
Lo que ocurre es que una obra de arte debe ser trascendente, debe perdurar en el tiempo para jugar algún papel. Si una obra es descontextualizada de su entorno pierde la fuerza con la que inicialmente se hizo. En este momento el retrato que podemos contemplar podría ser reconocido por la mayoría de la gente de este país, pero imaginemos que lo mostramos en Portugal, aunque el título de la obra sea Luis Bárcenas, los portugueses no sabrán a que hace referencia a no ser que tenga al lado una somera explicación de los antecedentes y consecuencias de la obra que estamos observando.
Lo mismo sucederá cuando pase un poco de tiempo, bien es sabido que unas noticias se solapan con otras y en estos momentos se habla mucho de Luis Bárcenas, pero quizás dentro de un año no sea el tema de moda y quizás en ese momento sea Manuel Chaves o Juan Antonio Griñán los que estén todos los días en los medios de comunicación presuntamente implicados en cualquier cosa que podamos imaginar. 
Este cuadro mostrado cinco años después del momento en que fue pintado necesitará una somera explicación de los antecedentes y consecuencias que el mismo provoca.
Por eso hablamos de oportunismo, porque ahora está bien, está de moda y ha servido para que se hable de la obra y el artista, lo cual es muy bueno, pero la trascendencia de la obra se nos antoja mínima, por lo que si alguien la compra no pasará de ser una mera anécdota sin repercusión alguna en el devenir del arte contemporáneo, donde lo obvio generalmente aburre.

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