Este curioso cuadro pintado por Tiziano en 1547 representa al emperador Carlos I de España y V de Alemania como vencedor de la batalla de Mühlberg, donde las tropas del rey vencieron a los ejércitos protestantes que se habían rebelado en la zona alemana. Fue una batalla bastante dura que sirvió al rey para potenciar y afirmar su poder en la zona, pese a que los protestantes seguirían convirtiendo en bandera independestista este tipo de cuestiones religiosas.
Pero nos ha llamado la atención la descripción iconográfica que de la obra realiza Javier Sierra en su nuevo libro "El Maestro del Prado", donde este es uno de los cuadros que analiza en profundidad. Las afirmaciones que vamos a realizar no tienen ninguna base científica, pero como la mayoría de los libros del autor resultan cuanto menos curiosas.
El autor centra su atención en la lanza que porta el rey Carlos, una lanza que sería la misma con la que Longinos atravesó el pecho de Jesucristo para confirmar su muerte y la cual perforó el costado de Cristo de donde salió agua mezclada con sangre, según nos narra el evangelio. Esta lanza era una reliquia que habría llevado el propio Longinos a su zona de origen en Zobingen, Alemania, pasando a ocupar lugar importante en el desarrollo vital de Carlomagno o Federico Barbarroja, logrando culminar casi un centenar de batallas de forma victoriosa.
La lanza se encuentra en la ceremonia de entronización como Emperador del rey Carlos V, junto a otros objetos como la corona de Carlomagno. Esa lanza era un objeto con un poder especial, ya que antes de estar en manos de Longinos había vivido otros episodios importantes en la historia del pueblo judio, siendo propiedad del mismísimo rey David y participando en numerosas batallas. Según la leyenda al tocar el cuerpo de Jesús adquirió una poder espiritual especial cuya primera acción fue la conversión de Longinos al cristianismo, otorgando a sus poseedores una clarividencia especial que les lleva a descubrir personas o acontecimientos relevantes.
Carlos V sujeta con fuerza la lanza como símbolo de poder y también porque según la leyenda a sus anteriores poseedores que la habían perdido o caído eso les había provocado una cercana muerte.
Bueno, un poco de fantasía nunca viene mal. La obra se conserva en el Museo del Prado donde podemos contemplarla ahora mismo junto a otras obras del gran maestro italiano que trabajó constantemente para la Monarquía española.
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