El lugar de descanso eterno de estos reyes de Castilla y León está en la ciudad de Burgos, concretamente en la Cartuja de Miraflores, donde fueron trasladados sus cuerpos por orden de su hija, la reina Isabel la Católica.
Ni el rey ni la reina fallecieron en la ciudad de Burgos, además hay bastante diferencia en las fechas de fallecimiento de uno y otro. El rey Juan II falleció en 1454, cuando la reina Isabel contaba con tan solo 3 años de edad. La reina, segunda esposa del Juan II, falleció en el año 1496 en la ciudad de Arevalo que pertenece a la provincia de Ávila.
Pero antes de esa fecha concretamente en 1486 la reina Isabel aprobó el proyeecto de construcción de la tumba que había encargado al escultor Gil de Siloe. No será la única obra que realice en este lugar ya que Gil de Siloe también realizó el retablo de la Cartuja y también la tumba del infante Alfonso, hermano de Isabel que falleció en unas circunstancias extrañas en la ciudad de Ávila. Alfonso quizás fuera envenenado por intereses políticos.
Gil de Siloe era un escultor extranjero, había venido a España como otros muchos artistas que habían llegado atraídos por el lujo de la corte castellana. Este artista, pese a que en España era lo normal en escultura trabajar en madera, también sabía manejar los materiales duros. De hecho el sepulcro que nos ocupa está realizado en alabastro, un material ajeno a la tradición española.
El sepulcro tiene forma de estrella de ocho puntas. Cuenta con decoraciones de personajes en cada una de sus puntas que incluyen representaciones de santos, apóstoles o evangelistas, que aparecen representados en las esquinas mayores.
Los reyes aparecen representados en la parte superior. El rey sujetaba un cetro con su mano derecha, mientras que la reina aparece leyendo un libro.
Hay que destacar el virtuosismo y el buen hacer del artista trabajando este material. Podemos apreciar diferentes detalles de calidad tan pequeños como difíciles de realizar. No tenemos más que observar los trajes con los que se encuentran ataviadas las esculturas o bien observar las manos, los pliegues de los guantes o los anillos que llevan en algunos de sus dedos.
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