Asistimos en los últimos años a una gran competencia entre los diferentes museos por atraer visitantes, cuantos más mejor, que sirvan a sus regidores para poder presentar buenas cifras anuales o incluso batir diferentes records sobre exposiciones pasadas de las que la gente solo recuerda sus grandes colas. El consumo también ha invadido la cultura y actualmente es un producto más que se mide por presupuestos y cifras. Una sociedad consumista que intenta atraer aficionados quizás para justificar grandes inversiones.
Mitos del Pop en el Museo Thyssen de Madrid |
Y es que en algunos casos se vive el fenómeno con la misma intensidad que el de última oportunidad, por no quedar fuera de una conversación en la que es necesario que se diga que esa persona estuvo allí. Da impresión a veces de que tratamos una exposición como el último concierto que los Rolling Stones van a hacer juntos y por eso necesitamos acudir a verla.
Claro que ante la dictadura de las cifras quizás la calidad sea una de las cosas que se resienten, porque se busca exposiciones que conecten de forma mediática con el espectador, que sean espectaculares, que incluyan una obra emblemática que el público no debe perderse por nada del mundo. Son proyectos que incluyen a artistas superconocidos y dejan de lado a artistas menores que, con propuestas interesantes, jamás serían capaces de arrastar un número similar de personas al centro de arte.
Por ejemplo este verano, como ya ocurrió en el pasado, los grandes museos realizan sus grandes apuestas. Otros centros de arte han tenido que dejar de hacerlo o simplemente no pueden, porque la falta de presupuesto les ha dejado ahogados y solo pueden realizar exposiciones de bajo coste o colaboraciones con otros museos nacionales. Decíamos que los tres grandes del Paseo del Prado tienen sus apuestas para esta temporada, el Prado apuesta por El Greco y la Pintura Moderna, tras el éxito cosechado en Toledo con la exposición El Griego de Toledo, parece complicado obtener un fracaso en el año dedicado al pintor cretense. El Reina Sofía por su parte y tras el éxito que tuvo el año pasado con la exposición sobre Dalí se decide por el arte pop y apuesta por Richard Hamilton, uno de los iconos del movimiento en Europa. Por su parte el Museo Thyssen en Madrid (hay otra versión en Málaga) tiene en la exposición Mitos del Pop su gran apuesta, con Roy Lichtenstein como bandera publicitaria.
Eso por lo que se refiere a la competencia en Madrid, aunque hay otras apuestas entre la que nos gustaría destacar la del CAC de Málaga, un museo de arte contemporáneo que intenta hacer exposiciones exclusivas en España, para que la gente interesada deba desplazarse a la ciudad de la Costa del Sol para poder verla. En este caso su exposición estrella para el verano es una retrospectiva de la performer Marina Abramovic, uno de los grandes iconos del arte contemporáneo que incluye fotografías, vídeos, documentación y objetos utilizados por la artista balcánica desde los años 70 hasta nuestros días.
Estas son algunas de las apuestas de 2014, son sin duda interesantes, aunque como siempre debemos preguntarnos si lo importante es la calidad de la cultura que se nos ofrece o los datos numéricos que aportan cada una de las entidades al final de cada ciclo expositivo. La cultura de masas a veces en vez de conocimiento ofrece simplemente rebaños que acuden a pasear por las salas de los diferentes museos, pero mejor eso que nada, no cabe duda.
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