La iniciativa de la fiesta del cine consiste básicamente en bajar el precio de las entradas a las salas de cine durante unos días señalados a lo largo del año, rebajando casi un 60% por ciento o en ocasiones más el precio de acceso a las mismas.
Para poder acceder a la fiesta del cine es necesario haberse inscrito antes por internet, pero eso no es un problema para la la mayoría de personas que quieren disfrutar del cine en pantalla grande y buen sonido a un precio razonable.
Todo este tema debe llevarnos a una reflexión, si la fiesta del cine ha sido un éxito sin precedentes en las ediciones celebradas en 2012 o 2013, no será porque el precio de las entradas del cine es demasiado alto para que la gente acuda con regularidad.
Si lo pensamos fríamente, un padre de familia que tenga dos niños y quiera llevarles al cine, debe gastar una cantidad cercana a los 30 euros para poder hacerlo, un dinero que en un tiempo como el que vivimos tal vez necesita para otro tipo de actividades más necesarias. Pero si el precio en vez de ser de 30 fuera de 10 o 12 pensamos desde aquí que no tendría problema en poder gastarlo porque sería mucho más asequible para sus maltratados bolsillos.
A todo ello se une el tema de la piratería, la mejor arma para luchar contra la piratería es poner unos precios asequibles, es decir que el cliente sepa que si paga ese precio va a disfrutar mucho mejor que si lo descarga de alguna de las múltiples páginas que ofrecen esta opción.
Un ejemplo lo tenemos en el precio de muchas de las apps que tienen los sistemas operativos de los teléfonos móviles, son tan baratas que no merece la pena tratar de piratearlas. Este es el camino a seguir, precios baratos que hagan que no merezca la pena descargar en el ordenador sino pagar por ello.
La industria de la música ya tuvo su golpe en la cabeza por esta causa y su persitencia en explotar unos beneficios que se acabaron porque la gente no es tonta y el consumidor sabe cuando le están engañando. El libro electrónico lleva el mismo camino, porque nadie puede creerse que con un coste de producción y sin distribución el precio de un libro pueda ser de 15 euros, la gente se los descargará de forma gratuita con toda seguridad y las editoriales llorarán a lagrima suelta. Pero el cine todavía está a tiempo de rectificar viendo los éxitos obtenidos. Bajemos los precios, hagamos que la gente vuelva a las salas, demostremos a la gente que no hay comparación entre la pantalla de una sala de cine y la de un ordenador o un televisor de casa, pero para eso el cine debe ser asequible, debe atraer sus clientes luchando contra un elemento que arrasa con toda la cultura si esta no sabe adaptarse a los nuevos tiempos que nos toca vivir.
La fiesta del cine puede ser un éxito, pero no debe quedarse solo en eso, sino ir más allá de la reflexión de un par de días.
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