La elección del nuevo Papa Francisco I nos ha hecho reflexionar acerca de nuestra base cultural, seamos o no seamos creyentes. Es indudable que aunque no tengamos creencias religiosas la presencia del catolicismo esta presente en Europa desde hace dos mil años y las actuaciones, buenas o malas, de la Iglesia marcan la historia y sobre todo, lo que más nos interesa, el arte. Religión y arte están unidos durante muchísimo tiempo ya que los artistas tardan en independizarse casi 1900 años de los encargos de particulares y especialmente de la Iglesia. Por eso cuando estos días escuchamos hablar de San Francisco de Asis, patrono de los pobres y fundador de una de las más importantes órdenes religiosas o San Ignacio de Loyola, fundador de la orden Jesuita, a la que pertenece el nuevo Papa, aunque no seamos creyentes sabemos de que nos están hablando y quienes son esos personajes, si no es así, debemos leer algún libro más y nuestra cultura será muy limitada por el exceso de televisión.
Si nos parece importante el territorio del que procede el nuevo Papa, América Latina. Ahora mismo hemos escuchado que el 42% de los católicos se encuentra en América Latina. Este hecho nos ha recordado el Tratado de Tordesillas y la división del mundo nuevo que se realiza con la linea que decide el territorio español y el territorio portugués realizado en el año 1494. Pero nos resulta llamativo el empeño que unos años antes el Papa de la epoca el español Rodrigo Borgia mas conocido como Alejandro VI puso en la evangelización del nuevo territorio, con el fin de que las nuevas tierras descubiertas fueran católicas. Aunque en ocasiones esa evangelización no se hiciera con toda la libertad que debiera hacerse, el hecho es que en la actualidad América es el territorio con una mayor presencia de católicos y una de las grandes esperanzas de esta religión en todo el mundo.
Ya hemos hablado en este blog de los nuevos retos del Papa Francisco I, pero la procedencia del Papa nos hace pensar en las desigualdades y la pobreza que existe en el continente del Santo Padre, unas desigualdades que deben ser puestas de manifiesto por la institución eclesial, denunciando las situaciones de discriminación que sufren muchas personas que deben subsistir en condiciones que rozan lo esperpéntico. Desigualdad que no solo existe en América Latina sino que azota con la crisis a otros países que se dicen "desarrollados".
Es en esa opción por los mas pobres y desfavorecidos donde la Iglesia realiza una impagable labor, tanto de sacerdotes como de voluntarios, que atienden y cuidan de forma desinteresada esas desigualdades que acabamos de comentar. Ahí se encuentra el camino marcado por el Señor, la apuesta de la Iglesia, el camino de Cristo, la verdadera acción. El resto de problemas de la Iglesia se convierten en pequeños detalles al lado de este planteamiento que debe ser conocido por el resto de la comunidad, una Iglesia cercana, amiga, cuya verdadera vocación se encuentra al lado de los enfermos, confortando, mostrando la linea que ya nos indicaba el propio Jesús: "Yo soy el camino, la verdad y la vida, quien cree en mi tendrá vida eterna".
(Como siempre que hacemos un post de este tipo refleja una opinión personal y como tal la firmamos Rafael López Borrego)
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