domingo, 27 de junio de 2021

Filosofía analítica y Joseph Kosuth

Ayer tuve la oportunidad de ver en directo una de las obras clásicas del que podríamos considerar el principal teórico del arte conceptual. Fue en el Museo Helga de Alvear de Cáceres, un edificio inaugurado hace poco tiempo, que viene a aportar algo de luz al oscuro destino extremeño abandonado en un estío artístico contemporáneo que dura ya demasiado tiempo. 

La obra consiste un un cuadrado blanco y otros tres cuadrados que incluyen definiciones tomadas del diccionario de diferentes palabras que, en realidad, forman parte de lo que podemos ver en el cuadro.

La conexión del arte conceptual con la filosofía analítica es muy grande. Se trata del sentido que damos a las palabras y qué es lo que con ellas queremos expresar. Cuál es su sentido, indagando en la profundidad de su significado para así comprender un poco mejor cuáles han sido las intenciones del artista. Indudablemente el análisis de cada una de las palabras puede llevarnos por unos derroteros inesperados, desconocidos, desafiantes e interesantes (quizás en el sentido que a esta palabra daba Rosenkaranz cuando decía que interesante es aquello que sí presenta una contradicción). Ahora mismo con esta última palabra ya estamos jugando con aquello que intentamos describir.


No cabe duda que el análisis de las palabras es, en ocasiones, complicado y digno de dedicación. Quiero recordar las dificultades que existen para la traducción de la palabra Unheimliche del alemán, que en español se ha traducido como siniestro u ominoso, pero que en otros idiomas adquiere una significación diferente. La propia palabra alemana en sí tiene un sentido que alberga su significación y la contraria en su propia acepción. Cuando catalogamos algo como siniestro podemos remitirnos a la definición que hacía Freud, es decir algo que era familiar y debía permanecer oculto, pero que se ha revelado y al salir a la luz, es capaz de crear esa sensación. Quizás queremos darle este sentido pero tiene también otros que conviene aclarar a aquella persona que se decida a leer el porqué podemos calificar una obra de arte como siniestra.

Volvamos al trabajo de Kosuth, tenemos pues un cuadro blanco colgado en la pared. Y tres cuadrados con definiciones tomadas del diccionario. En ellas (en inglés) podemos leer las acepciones de tres palabras. También los diferentes sentidos que estas palabras puedes adquirir. En primer lugar white, es decir blanco. En segundo lugar wall ósea muro, recordemos por ejemplo que no es lo mismo el muro blanco de un museo que el muro de una casa o el muro defensivo que rodea una fortificación. En tercer lugar la última palabra es plaster que podríamos traducir como yeso, aunque estoy firmemente seguro que puede tener otras acepciones. Yeso tiene el emplasto que se encuentra a la izquierda de todas estas definiciones.

Analizar las palabras resulta crucial en el arte contemporáneo así como comprender el sentido de las mismas. Aquello que el artista específicamente ha tratado de transmitir al espectador o bien que el crítico ha sido capaz de desentrañar y que el propio artista desconocía. Uno y otro son capaces juntos de construir la obra. 

Los años 60 son ricos en diferentes movimientos artísticos, son una gran aportación para el presente y futuro del arte. Uno de ellos es el conceptual y como decimos este sentido que adquiere gracias a la filosofía analítica. 


miércoles, 16 de junio de 2021

La belleza estética

 A veces alguno de los comentarios que se vierten en el canal de Youtube llegan a sorprenderme. En muchos casos no soy capaz de saber cual es la pretensión de alguno de estas pequeñas opiniones. Dice Ernesto Castro que todo el mundo quiere ser leído, pero que posiblemente lo difícil del acceso a las redes sociales es constatar que nadie te lee. Quizás sea algo aplicable a todos los que utilizamos alguna de las redes sociales de moda (lo digo por lo cambiantes que llegan a ser).

El caso es que en un anuncio sobre un debate para determinar el momento en que se origina el arte contemporáneo, un seguidor (troll) ha comentado "el arte contemporáneo comienza cuando hay belleza estética y no hay nada que comentar".



Lo primero que lleva a pensar es que la persona que lo ha escrito vive en el siglo XVIII o tal vez antes porque en ese siglo tenemos una nueva categoría estética que introduce Kant en el discurso, hablamos de lo sublime.

Claro que cuando hablamos de belleza habría que analizar a qué tipo de belleza nos estamos refiriendo. La primera definición abstracta de belleza fue definida por Gorgias que nos habla de una visión sensual y hedonista. El texto lo encontramos en uno de los primeros diálogos de Platón, cuando dice "la belleza es aquello que produce placer por medio del oído y de la vista". Así que parece que esta visión quizás de la que nos habla el comentario tiene que ver con la experiencia del placer, un placer de lo bello que quizás sea cambiante en cada época histórica, ya que los cánones han ido cambiando y adaptándose a cada momento.

En segundo lugar en el comentario tenemos la palabra estética. Kant decía que la estética se identifica con el arte, pero también con la crítica literaria y artística. Si combinamos los dos aspectos tendríamos un placer por el arte o bien por la crítica de arte, no queda del todo claro. 

Adorno decía que la estética es la que nos habla del planteamiento de verdad de las obras de arte, la estética es la solución al enigma que nos plantea cada obra de arte. Esta postura quizás sea demasiado complicada para nuestro interlocutor porque nos introduce en un discurso conceptual que rechaza el propio comentario, porque la obra "no tiene nada que comentar". Según esta pequeña frase, si tenemos algo que comentar de una obra ya no será bella, ni estética, ni siquiera será contemporánea para esta visión. 

Alexander Baumgarten decía que la estética lo que hace es educar el gusto de juzgar acerca de lo sensible proponiendo su propio juicio. Pero hemos sido capaces de ampliar las categorías estéticas, sobre todo en el siglo XX, que la percepción estética se ha enriquecido, para alejarse de una belleza que actualmente no es objetual, sino relacional. Necesita del espectador para complementar la obra, en una especie de juego que permite múltiples percepciones porque cada espectador es capaz de percibir de una manera distinta.